Vivimos en una era en la que la generación de desinformación supera con creces la capacidad de la sociedad para verificar los contenidos y contrarrestar las informaciones falsas.
De acuerdo al Informe Global de Ciberseguridad 2024 del Foro Económico Mundial, este entorno está poniendo a prueba las instituciones democráticas y estresando los procesos electorales en todo el mundo. Según los expertos, los algoritmos de la Inteligencia Artificial (IA) pueden emplearse para generar y difundir enormes volúmenes de desinformación, lo que hace que sea cada vez más difícil detectarla y combatirla.
OpenAI, la empresa que desarrolló ChatGPT –la famosa aplicación de Inteligencia Artificial (IA)– reveló la semana pasada una serie de intentos de ciberdelincuentes para generar contenidos falsos en sitios web y plataformas de redes sociales, con el objetivo de influir en las elecciones en Estados Unidos.
Aunque la empresa aseguró que ninguno de estos intentos logró generar una interacción viral ni llegar a audiencias significativas, el uso de la IA para interferir en los comicios es una preocupación creciente, especialmente a medida que se acerca la votación del 5 de noviembre.
ChatGPT –según trascendió en los medios– continúa experimentando un rápido crecimiento y cuenta con 250 millones de usuarios activos por semana, lo que subraya la amplia influencia de la plataforma. La empresa completó recientemente una ronda de financiación de 6, 600 miles de millones de dólares, lo que afianzó aún más su estatus como una de las empresas tecnológicas líderes en desarrollos de IA.
A medida que OpenAI fortalece su posición global, el aumento de los intentos de manipulación electoral de su software prende focos rojos en todo el orbe y pone nuevamente de manifiesto, la urgencia de lograr una regulación eficaz de las aplicaciones de IA y que tenga alcance universal.
La desinformación, que no es un fenómeno novedoso, en la era actual, se ha vuelto global, adoptando diferentes formas y modalidades en todo el mundo; lo novedoso, en este sentido, son los medios, la magnitud y la gravedad de los riesgos que conlleva en la era digital.
No obstante, y si bien la IA tiene la capacidad de amplificar la vulnerabilidad de los procesos electorales, la erosión de la confianza con respecto a las instituciones democráticas es un fenómeno estrechamente vinculado a factores sociopolíticos y a la geografía de la desigualdad que imperan en las sociedades contemporáneas.
La Unión Europea ha desarrollado un amplio marco regulatorio y políticas orientadas a defender y reforzar la democracia y consolidar mecanismos que combaten la desinformación de forma sistémica, desde la atribución de responsabilidades a las grandes plataformas digitales o la desmonetización, hasta la extensión de la pluralidad y libertad de medios y la moderación de la contienda electoral online.
Además, la UE es la primera región que ha logrado implementar una legislación orientada a controlar y supervisar la IA, lo que constituye una valiosa referencia en los esfuerzos y discusiones que tienen lugar actualmente en el sistema de las Naciones Unidas y otros foros multilaterales.
POR CARLOS DE ICAZA
@CARLOSDEICAZA
EMBAJADOR EMÉRITO Y EXSUBSECRETARIO DE RELACIONES EXTERIORES
EEZ