A un año de que estalló la guerra en Medio Oriente entre Israel y el Movimiento para la Resistencia Islámica Hamás y otros seis frentes, Estados Unidos se ha visto en la necesidad de reforzar su presencia militar en esa parte del mundo y, por consecuencia, la psicosis va en aumento en el plano de la geopolítica.
En dos ocasiones, este año, las fuerzas estadounidenses en la región han ayudado a Israel a interceptar ataques con misiles de Irán, como sucedió el pasado 1 de octubre cuando dos destructores de la Armada de Estados Unidos, ubicados en el Mediterráneo oriental, dispararon unos 12 interceptores contra misiles iraníes dirigidos a territorio israelí.
El secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, dijo que estaba “orgulloso de la habilidad y la valentía” de las fuerzas de su país, pero vienen las elecciones presidenciales en ese país y hay que proceder con pies de plomo para evitar cualquier circunstancia que pueda incidir en los resultados electorales.
La presencia de esta potencia de fuego en Medio Oriente tiene como objetivo enviar un claro mensaje de disuasión y defender de ataques a Israel; tan solo en agosto había 40 mil tropas estadounidenses en la región.
Tampoco se puede dejar de mencionar los ataques de baja escala contra las fuerzas estadounidenses en Irak y Siria, por parte de grupos respaldados por Irán durante el último año, aunque se han desacelerado en los últimos meses. Estados Unidos pretende dejar muy en claro que ataques más amplios provocarían respuestas importantes.
Uno de los principales factores de conflicto entre Irán e Israel es la búsqueda de influencia en Medio Oriente mediante guerras por poderes.
Lo cierto es que en el plano mediático parece que Israel arenga la guerra, pero la verdad es que Teherán está detrás de casi todos los frentes, ya sea con financiamiento o con armas. Irán tiene un largo historial de apoyo a grupos militantes como Hezbolá, en Líbano, y Hamás, en Gaza.
Hace 19 años, el entonces presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, dijo que el Estado de Israel debía ser "borrado del mapa", posición que suscitó la inmediata condena de Francia, Estados Unidos y Alemania. De hecho, Teherán cree que la "batalla es entre el imperialismo mundial y el frente santo del mundo islámico".
Esta retórica ha provocado que Estados Unidos, principal aliado de Israel, redoble su apuesta con un mayor equipo de guerra ante el constante tintineo de las campanas de guerra.
Por eso, además de la potencia de fuego que aporta el Grupo de Ataque Lincoln, la Armada estadounidense tiene otros destructores y capacidades en la región como lo es la Unidad Expedicionaria de Infantería de Marina (MEU), una de las principales fuerzas de respuesta a la crisis y que entre sus tareas está su capacidad para llevar a cabo una operación de evacuación no combatiente.
A principios de octubre, la MEU, así como el USS Bulkeley, el Cole y el Arleigh Burke ya estaban operando en el Mediterráneo oriental. También el USS Murphy, el Indianápolis y el Stockdale desde el Mar Rojo.
Además de las numerosas capacidades de la Fuerza Aérea que ya están en la región –incluidos cazas, aviones de transporte y aviones cisterna–, el Pentágono advirtió que más capacidades de apoyo se han destinado a Medio Oriente.
No cabe duda, estas movilizaciones de guerra indiscutiblemente provocan incertidumbre y miedo.
POR ISRAEL LÓPEZ GUTIÉRREZ
COLABORADOR
@PAPADEPONCHO
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