Esta semana estuvo en México la economista Mariana Mazzucato (Roma, 1968), profesora y directora fundadora del Instituto para la Innovación y el Propósito Público en el University College de Londres, y una suerte de rockstar keynesiana del siglo XXI: crítica implacable del pensamiento ortodoxo, entusiasta estudiosa del “Estado emprendedor” y una muy decidida promotora de que “otro capitalismo es posible”.
Su libro más aclamado, “Misión Economía. Una guía para cambiar el capitalismo” (Taurus, 2021) plantea una agenda no tanto para redefinir la participación estatal en la actividad económica sino, más bien, para repensar la propia forma en que concebimos al Estado y a la economía. Inspirada por la audacia del programa Apolo en Estados Unidos –que en 1962 anunció su objetivo de “llevar a un hombre a la Luna y traerlo de vuelta sano y salvo” y, en un esfuerzo público-privado sin precedentes, lo logró apenas siete años después–, Mazzucato formula un poderoso desafío: ¿Por qué no nos proponemos misiones así de ambiciosas y visionarias para los problemas del mundo contemporáneo? ¿Por qué pudimos hacerlo con semejante urgencia y decisión en el contexto del complejo militar-industrial de la Guerra Fría pero no lo hacemos ahora frente a la emergencia que representan, por ejemplo, la crisis climática o la desigualdad socioeconómica?
Su respuesta retoma a Keynes en aquello de que “los hombres prácticos, que se creen exentos por completo de cualquier influencia intelectual, son generalmente esclavos de las ideas de algún economista difunto”. Las ideas, en este caso, son las del canon neoliberal que idealiza a las empresas privadas y estigmatiza al sector público. Para Mazzucato, dichas ideas reducen el papel del Estado al de brindar seguridad y corregir fallas del mercado, desperdiciando su potencial como agente de transformaciones francamente revolucionarias (tanto directas como indirectas) en aras del interés público. Contra el culto al emprendedor individual tipo Elon Musk, Mazzucato propone recuperar el valor social de la innovación pública tipo NASA.
La posibilidad de implementar la visión de Mazzucato supone, entre otras muchas cosas, la existencia de un Estado fuerte y eficaz, que invierta sustantivamente en desarrollo tecnológico y esté dispuesto a entenderse a fondo con las comunidades científica y empresarial para resolver problemas juntos. Es lo opuesto a lo que hemos tenido últimamente en México: un gobierno que insiste en la austeridad y los recortes antes que en construir capacidades institucionales; que hostiliza a burócratas, científicos y empresarios por considerarlos paquidérmicos, parasitarios o rapaces, pero celebra a los militares como honestos y eficientes; que opta por multiplicar las transferencias de efectivo en lugar de invertir en servicios públicos de calidad.
Comparado con el musculoso Estado emprendedor que defiende Mazzucato, lo que López Obrador le dejó a Sheinbaum luce como un desvencijado cajero automático de Banjercito cuya pantalla ha sido vandalizada con la leyenda “¡me canso ganso!”.
POR CARLOS BRAVO REGIDOR
COLABORADOR
@CARLOSBRAVOREG
MAAZ