En los próximos meses se elegirán cabezas de ejecutivos federal, varios estatales y muchos municipales.
Llegarán equipos con nuevas ideas para atender el tema de la seguridad, otros reciclarán ideas y políticas públicas que se han implementado con antelación (unos por inercias negativas, otros con la noble intención de replicar esquemas en apariencia virtuosos) y, quizás, algunos otros simplemente llegarán a administrar el problema y simular que se atiende.
Por esta coyuntura es que se empiezan a leer columnas en distintos medios con recomendaciones de especialistas.
Mayor proximidad y mayor presencia (en el sentido de policía visible) son quizás de las sugerencias que más se repiten.
Pero ¿cuál ha sido el resultado de las estrategias de patrullajes constantes? Uno muy claro: NO estamos deteniendo a los delincuentes que debemos aprehender.
Entre el 80% y el 95% de las personas que se encuentran actualmente privadas de la libertad en los 33 sistemas penitenciarios, ya sean a nivel estatal o federal, fueron arrestadas en el momento de cometer el delito, es decir, fueron detenidas en flagrancia.
Esto se ha traducido en que la gran mayoría de los detenidos fueron arrestados por cometer robos menores en diversas modalidades.
En este contexto, las fuerzas policiales tienden a centrarse en realizar patrullajes con el objetivo de aumentar la "percepción de presencia policial".
Esto se traduce a menudo en lo que en el argot se conoce como “gastar combustible y quemar llanta”.
Queremos medir el éxito de las estrategias de seguridad únicamente con “policías visibles”. Patrullas y uniformados en las calles para que la población los vea, aunque los resultados no lleguen.
Además, NO estamos logrando incrementos sustanciales ni constantes en la confianza hacia las autoridades a través de la aspiración de proximidad. La confianza promedio en los cuerpos de policías no alcanza el 50%. En ese mismo sentido, la percepción de inseguridad se mantiene constante.
No necesitamos personas uniformadas que ayuden a alguien a cruzar la calle en cada esquina con un ánimo de construir cercanía con la sociedad.
La cercanía se construye en la medida en que la autoridad resuelve los problemas de la ciudadanía. Requerimos policías orientados a la solución de problemas en la comunidad.
En México, es de vital importancia que las acciones de las fuerzas de seguridad, en general, y de las fuerzas policiales, en particular, estén orientadas hacia la captura de delincuentes de alto riesgo, de generadores de violencia.
Al mismo tiempo, que los delincuentes menores o aquellos que cometen delitos de menor gravedad sean remitidos a programas de justicia cívica, que incluyen la reparación del daño y la mediación, entre otros.
Para lograr esto, los agentes de policía en el campo deben seguir un enfoque basado en la identificación de problemas, con el objetivo de prevenir y resolver situaciones delictivas.
Deben seguir protocolos de investigación claros para neutralizar amenazas. Esto es diferente al patrullaje disuasivo sin un diagnóstico ni un análisis previo.
Ni proximidad ni presencia han mostrado ser componentes totalmente eficientes en las estrategias de seguridad. El patrullaje es importante, pero es sólo una pieza del rompecabezas.
Enfoquemos las artillerías hacia policías que investigan y elementos mejor pagados con el fin de construir gradualmente cuerpos de seguridad eficientes.
Cuerpos de seguridad que puedan responder a la coyuntura en México.
POR RODRIGO S. MARTÍNEZ-CELIS WOGAU
COLABORADOR
EEZ