COLUMNA INVITADA

Consideraciones sobre el anuncio de una posible reforma al sistema de pensiones

Si bien la preocupación es fundada, es importante conocer algunos elementos para dar seguimiento a la posible reforma anunciada por el presidente

OPINIÓN

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Álvaro Vértiz / Columna invitada / Opinión El Heraldo de México
Álvaro Vértiz / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

El reciente anuncio del presidente López Obrador, sobre una reforma del sistema de pensiones en México, es un tema crucial y complejo, que no debe tomarse a la ligera y menos sin una discusión profunda y sobre todo enfocada en la sostenibilidad financiera que podría tener frente al futuro.

Es cierto que la discusión se basa en una realidad y es que la tasa de reemplazo con la que se retirarían la mayoría de los trabajadores sería muy baja; es decir el porcentaje del salario del trabajador con el que se jubilaría difícilmente será suficiente para poder mantener una calidad de vida digna.

En el sistema actual, las tasas de reemplazo son generalmente bajas, lo que ha sido motivo de preocupación. Estas tasas varían, pero a menudo se encuentran en un rango de 30 por ciento a 40 por ciento del último salario, dependiendo de factores como el salario promedio y el tiempo de contribución.

Si bien la preocupación es fundada, es importante conocer algunos elementos para dar seguimiento a la posible reforma anunciada por el presidente.

Para entenderlo mejor, es relevante considerar algunos antecedentes e implicaciones actuales.

El sistema previo al actual, llamado sistema bajo la Ley de 1973 era un sistema de beneficio definido, donde las pensiones se definían conforme un promedio del salario final de los últimos años de servicio del empleado y los años totales en que el empleado laboró. Los fondos de los trabajadores eran administrados por el Estado y basado en un sistema de reparto en donde las contribuciones de los trabajadores en activo se utilizaban para pagar las pensiones de los jubilados.

El modelo estaba basado en un momento de alta tasa de natalidad y expectativa de vida más corta, sin embargo, la realidad cambió, con un detrimento en la tasa de natalidad, expectativas de vida mayores y a una realidad económica distinta. Esto derivó en una insostenibilidad financiera al traer a futuro una carga financiera significativa y por otro lado dicho sistema favorecía unos sectores sobre otros dependiendo de los salarios y excluía entre otros a trabajadores informales.

De ahí nace la necesidad de realizar cambios a la manera en que los mexicanos se pensionarían y nace la reforma que generó el llamado sistema de pensiones de 1997.

El sistema cambió y pasó de ser de beneficio definido a uno de contribución definida, donde los trabajadores, Estado y empleadores contribuyen a cuentas individuales administradas por entidades privadas denominadas Administradora de Fondos para el Retiro (Afores), profesionalizando la administración de los fondos, proporcionándole al trabajador una cuenta propia para mantener ahorro y dándole la oportunidad de ir más allá de las aportaciones mandatorias para ahorrar de manera voluntaria.

El Sistema 1997 nace buscando ser sostenible y equitativo, ampliando la cobertura incluso a trabajadores del sector informal.
Es cierto que nuestro sistema de pensiones continuamente requiere de mejoras (fue hace solo un par de años cuando se reformó el sistema para establecer una pensión mínima garantizada, para bajar las semanas de cotización requeridas para el retiro (de 1250 semanas para llegar a 750), para incrementar las contribuciones (de 6.5 por ciento del salario buscando que para 2030 incremente a 30 por ciento) y también para limitar los costos que cobran las Afores por administrar los activos de los trabajadores), sin embargo, también es cierto que debemos ser responsables en la manera en que se define la evolución el sistema.

Cualquier modificación requiere de un estudio y discusión relevante entre empleadores, trabajadores y el gobierno.
Hay que aprender de los desafíos y limitaciones del sistema de 1997, especialmente en términos de administración, transparencia y rendimientos de las Afores y al igual que se hizo anteriormente, reconocer los cambios demográficos y económicos para establecer mejoras de manera responsable y más importante sin comprometer el futuro de los trabajadores, particularmente el de la propiedad y disposición de los recursos que ahorraron en una cuenta individual y privada.

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POR ALVARO VÉRTIZ
SOCIO DENTONS GLOBAL ADVISORS
@ALVAROVERTIZ

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