LA NUEVA NORMALIDAD

Ensalada de judías (de importación)

Fox encendió una polémica insulsa: el quehacer político de Sheinbaum puede ser cuestionable pero no su nacionalidad ni su eventual religión

OPINIÓN

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Nicolás Alvarado / La Nueva Anormalidad / Opinión El Heraldo de México
Nicolás Alvarado / La Nueva Anormalidad / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El más reciente escándalo político de Twitter es el desatado por lo que escribiera Vicente Fox a propósito de una foto en la que Claudia Sheinbaum luce un crucifijo mientras es vitoreada por aparentes masas. “Judia y extranjera a la vez”, diría el ex presidente de la aspirante presidencial, lo que ha desatado en esa red social injurias contra uno y otra pero no ha permitido tener las discusiones que detona el semánticamente cargado mensaje.

Es ésta la segunda vez que Fox tilda de extranjera a Sheinbaum para descalificarla. Aunque de orígenes lituano y búlgaro, la ex jefa de gobierno de la CDMX es mexicana por nacimiento y nunca ha ostentado otra nacionalidad, y sus padres son también mexicanos por nacimiento. Quien, en cambio, es hijo de madre extranjera es Fox: Mercedes Quesada nació en San Sebastián y, aunque llegó muy joven a México, conservó el pasaporte español. Lo que es más, si bien nacido en Irapuato, su padre, José Luis Fox, fue hijo de estadounidenses –a su vez descendientes de migrantes alemanes– y ostentó esa nacionalidad hasta 1946 –cuando Vicente tenía ya 4 años–, fecha en que renunció a ella para asumir la mexicana. (La candidatura de Fox fue, de hecho, sólo posible a raíz de una reforma constitucional aprobada en los 90 que permite que sólo uno de los dos padres de quien asuma la Presidencia sea mexicano; el asunto hubo de causar en su momento un escándalo que recordarán quienes, como yo, tengan muchos años y buena memoria.)  

Ello, desde luego, no hace a Fox menos mexicano; sólo más contradictorio (y, si no antisemita, cuando menos torpe y chauvinista.) Tan mexicana es Sheinbaum no sólo como él sino como cualquiera que haya nacido aquí. Si el esencialismo nacional es cosa rayana en el racismo, ejercido por un hijo de migrantes resulta de plano absurdo.

Pero Fox no sólo la llama extranjera sino judía extranjera. De esos hay millones (unos 16 en todo el mundo) y, desde luego, ninguno puede ser presidente de México. Judíos mexicanos, en cambio, hay unos 70 mil y casi todos los que tengan más de 35 años están en su derecho a contender por la Presidencia; Claudia Sheinbaum es una.

Coincido con Fox en una sola cosa: no me gustaría que Sheinbaum fuera presidenta de México. Por su subordinación al actual presidente. Por su pésima gestión de la pandemia, su pasmo económico y su indolencia social como jefa de gobierno. Por lucrar con símbolos religiosos, con independencia de la religión que profese, si es que alguna (cosa que dudo: el tipo de izquierda de que proviene coexiste mal con otras fes). Pero desde luego no por ser judía (lo que es en términos culturales, como decenas de miles de mexicanos, algunos notables) ni por ser extranjera (que no es).

Claudia Sheinbaum es mexicana. Eso no la hace mejor ni peor pero le otorga derechos.

POR NICOLÁS ALVARADO

COLABORADOR

IG Y THREADS: @NICOLASALVARADOLECTOR

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