MALOS MODOS

El último desfile de nuestro Presidente

Estaría muy bien que repitan los contingentes de los países dignísimos que engalanaron hace unos días la ceremonia, pura democracia popular

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Me relamo de imaginar el desfile que se va a armar cuando nuestro Presidente Eterno, el Segundo Más Popular del Mundo, el Cuarto Bat de la Izquierda Mundial, tenga que decir adiós, para dolor del Pueblo Bueno y para bien de la literatura universal, y se vaya a gestar esos librazos a La Chingada, parada previa al Nobel de literatura, onda un Churchill tabasqueño (y de izquierdas, obvio; un Churchill con fraternidad universal).

El desfile tiene que ser único. 

Estaría muy bien que repitan los contingentes de los países dignísimos que engalanaron hace unos días la ceremonia, pura democracia popular: Rusia, Venezuela, Cuba, Nicaragua. sumaría a Corea del Norte. 

Con un poco de suerte, el camarada Kim nos presta a uno de los grupos que arman tablas gimnásticas, a unos de esos soldados heroicos que rompen bloques de concreto con la cabeza y chance hasta un misil intercontinental.

El Zócalo se vería súper soviético. Una despedida única para un sexenio único. Y no hay por qué limitarse a Corea. Ahí están la Guardia Revolucionaria iraní o los talibanes, debidamente antiimperialistas.

Luego deberían estar los contingentes civiles, nutridos, variados, festivos, en honor al Streamer Más Importante de Macuspana. 

La ocasión llama a invertir en botargas. Que las de Felipe Calderón hechas por los moneros (idealmente, que no sean sobre un dibujo de Rapé: hay que mantener los estándares); que unos hombres elote no transgénicos para honrar a Conacyt; que un charrito de Pemex; que la mascota de las Guacamayas de Palenque; que un frascote de vacuna Abdala (a cargo del presupuesto mexicano, sobra decir).

Aparte de las botargas, no pueden faltar los coches conmemorativos. Pienso en el del avión presidencial, por ejemplo, con tayiquistanos felices traídos ex profeso. 

Aunque, puestos a soñar, daría un dedo de mi mano por diseñar el del Tren Maya. 

Lo estoy viendo: que la serpiente de hierro con sus grecas prehispánicas, que tucanes que revolotean felices, que jaguares agazapados entre la maleza intocada, que el cenote,
que la pirámide (yo reciclaría la del Zócalo: austeridad republicana).

Para cerrar el desfile, las fuerzas vivas: adultos mayores agradecidos para siempre, profes de la CNTE, los pueblos originarios con los huipiles que se modelaron en Los Pinos, los de la Nueva Trova Cubana que viven aquí y que hermanos, ya son mexicanos, y por supuesto el funcionariado morenista, con sus chalecos morados y sus Cartier a juego.

La idea, como quedará claro, es que el desfile sea una puesta en escena de proporciones colosales, un gigantesco mural en movimiento, que refleje los logros únicos del hombre que llegó a cambiar la historia. 

No sé si olvido algo. Ahí les encargo que me lo recuerden. Nomás no se tarden, que el tiempo vuela y esas botargas no se va a hacer solas.

POR JULIO PATÁN

COLABORADOR

@JULIOPATAN09

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