COLUMNA INVITADA

El autócrata y su mundo

El autócrata de los rendimientos decrecientes encubre sus derrotas con la manipulación del proceso de sucesión.

OPINIÓN

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Bosco de la Vega / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México
Bosco de la Vega / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Al presidente López Obrador lo alcanzaron sus fracasos. Durante 18 años, abrazó la idea de reescribir la historia de México: ser el parteaguas entre el antes y el después de la vida nacional, erigirse como el amado líder que recubriría los murales de las plazas públicas, y que sus epopeyas tejieran el tapiz de la memoria mexicana. Nada más alejado de la realidad.

Este Presidente será recordado como un político más, un derrotado por sus propias palabras. Pensó traer paz y unidad: sólo perpetuó la violencia y división. Prometió entregar un país de posibilidades; terminó cediéndolo al crimen, a los militares y a las huestes de la discordia. Su administración estará marcada por una economía y obras mediocres, con relaciones comerciales envenenadas por la ideología, un sistema de salud hecho pedazos, y dinero público entregado a causas perdidas. Basta echar una mirada al paquete económico para llegar a estas conclusiones.

En el país del autócrata de rendimientos decrecientes, el residente de Palacio regresa a lo único que sabe: vender ilusiones. Ante la inevitabilidad del tiempo que se agota para gobernar, ahora se inmiscuye en el proceso de sucesión para desviar la atención de sus derrotas. Si para López Obrador el presidente Peña Nieto fue un demócrata por no intervenir en el proceso electoral, debería escuchar sus propias palabras, que chocan ante su flagrante intervención en el proceso de designación de su propio partido y los de la oposición.

Desde su soledad, la designación de su sucesora partidista en el poder fue un teatro que implicó el derroche de recursos públicos y puso en riesgo la viabilidad del sistema democrático. Permitió campañas promocionales sin medida, sólo para encubrir la traición que atestaría a otros fieles colaboradores que ilusamente mordieron la trampa. La entrega del bastón consumó el narcisismo de creerse el pueblo de un sólo hombre.

Para la oposición: el aparato del Estado para amenazar o destruir adversarios. Para quienes no militan en la corte de la intriga palaciega, la letra escarlata o la seducción: descrédito público para unos, aplausos para otros. Una calculada siembra de división para dar ventaja a su partido.

Y mientras tanto, el país incendiándose con jóvenes secuestrados, autoridades asesinadas, miles de desaparecidos y mujeres violentadas. Solo y derrotado por la realidad, el mundo obradorista voltea a verse a sí mismo en un país al que ha engañado. Tenemos nueve meses para despertar.

CUMULONIMBOS. “A veces me pregunto si el mundo está siendo dirigido por personas inteligentes que nos están tomando el pelo o por imbéciles que realmente lo creen”

Mark Twain.

POR BOSCO DE LA VEGA

COLABORADOR

@BOSCODELAV

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