Hace una semana en Milwaukee, Wisconsin, se celebró el primer debate entre los aspirantes presidenciales del Partido Republicano rumbo a la elección de 2024. Estados Unidos está en plena carrera presidencial, algo que importa a México y cuyo desarrollo debemos seguir.
El proceso electoral estadounidense comienza con las primarias y los “caucus”: una serie de elecciones y asambleas locales mediante las cuales cada partido selecciona a su candidata o candidato. El objetivo es reunir, en cada estado, el mayor número posible de delegados, que realizarán la nominación en la Convención Nacional de su partido.
Durante varios meses, los aspirantes hacen giras por el país, participan en debates, buscan el respaldo de líderes locales, suman donantes para su campaña y son evaluados en encuestas. Una vez iniciado el proceso formal, van acumulando delegados en los comicios y asambleas estatales. En cada etapa, deben cumplir con ciertos requisitos. Para acceder al primer debate republicano, por ejemplo, se exigió un porcentaje de intención de voto de 1%, y al menos 40 mil donantes individuales.
Las primarias estadounidenses han favorecido tanto a candidatos del “establishment” como a perfiles disruptivos, y en más de una ocasión sus resultados han desmentido los pronósticos iniciales.
En junio de 2015, cuando Donald Trump anunció que buscaría la nominación republicana, diversos analistas negaron que tuviera posibilidades de lograrlo. Su pretensión recibió burlas incluso entre sus propios compañeros de partido. Sin embargo, al año siguiente se convirtió en candidato y fue electo presidente. Hace 30 años, el expresidente Bill Clinton se ganó el sobrenombre “The Comeback Kid”, tras recuperarse de un escándalo que parecía haber truncado sus aspiraciones durante la recta final de las primarias demócratas. Ganó la nominación y la presidencia, en 1992.
Hasta el momento, además de Donald Trump, que enfrenta un proceso legal en Georgia, ocho republicanos se mantienen en la contienda: el gobernador de Florida, Ron DeSantis; el exvicepresidente Mike Pence; la exembajadora ante la ONU Nikki Haley; el empresario Vivek Ramaswamy; el exgobernador de Nueva Jersey Chris Christie; el senador Tim Scott; el exgobernador de Arkansas, Asa Hutchinson, y el gobernador de Dakota del Norte, Doug Burgum.
Previsiblemente, México será un tema destacado en las campañas. En particular, los aspirantes republicanos insistirán en dos asuntos: endurecer las medidas migratorias y frenar el tráfico de drogas. El problema es que, por convicción, populismo electoral, o ambos motivos, muchas de las propuestas más que estrategias razonables son actos unilaterales y crueles de dudosa efectividad, como el famoso muro fronterizo, que Tim Scott se compromete a retomar, o la idea de DeSantis de bombardear con drones a los grupos criminales en territorio mexicano.
En este contexto, desde México debemos poner mucha atención a este proceso. Si bien la relación bilateral es sólida, la experiencia nos demuestra que no podemos darla por hecho, ni minimizar la representatividad política con que cuentan los segmentos xenófobos y autoritarios del otro lado de la frontera. El 2024 traerá, simultáneamente, nuevas administraciones a Palacio Nacional y a la Casa Blanca, que cada una, a su manera, bien podría significar continuidades o cambios importantes.
Claudia Ruiz Massieu
Senadora de la República
@ruizmassieu
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