El domingo pasado, el polémico economista Javier Milei fue el aspirante más votado en las elecciones primarias argentinas, superando a la candidata del macrismo, Patricia Bullrich, y al representante del oficialismo, Sergio Massa.
Si bien estos resultados son sólo un atisbo preliminar, muestran las tendencias de cara a la primera vuelta en la batalla por la presidencia, que se celebrará el 22 de octubre. El balance de la jornada anticipa una elección a tercios entre Milei, la coalición de centroderecha “Juntos por el Cambio” y, a la izquierda, el kirchnerismo, que obtuvo sus peores resultados en las primarias desde 2011.
Javier Milei es el “outsider” que ha logrado capitalizar el descontento generalizado de la sociedad argentina, tras varios años de severa crisis económica reflejada en una inflación anual de 115%, y en la desaprobación al actual gobierno, que supera el 70% en algunos sondeos.
Milei cobró fama como analista en programas de televisión a lo largo de varios años, e irrumpió en la política nacional en 2021, cuando fue electo diputado. Entre sus propuestas está eliminar el Banco Central, reducir drásticamente el gasto público, desaparecer diez ministerios de gobierno, privatizar empresas estatales y dolarizar la economía. Ha propuesto legalizar la venta de órganos; considera que el cambio climático es una farsa; y ha prometido “el fin de la casta”, como se refiere despectivamente a la clase política tradicional.
En América Latina, eventos como el triunfo de Lula da Silva en Brasil, o el de Guillermo Lasso en Ecuador, parecían mostrar una tendencia de rechazo de la ciudadanía hacia las alternativas demagógicas, tras una evaluación negativa de su desempeño al frente de los gobiernos.
Sin embargo, el triunfo de Javier Milei en las primarias argentinas es un golpe de realidad que nos recuerda la vigencia del populismo en la región. Y muestra, además, que el rechazo a la clase política tradicional –comprensible frente a algunas insuficiencias históricas– ahora se extiende peligrosamente a rechazar las instituciones del Estado en su conjunto.
En suma, confirma que la distinción entre “izquierda” y “derecha” está superada, en la región y en el mundo. Muchos analistas caracterizan a Milei como un personaje de derecha; sin embargo, es más bien un libertario radical, que abreva de nociones anarquistas, con un ímpetu autoritario y antisistémico, rasgos que más allá de coordenadas ideológicas, lo inscriben en el populismo.
En efecto, su perfil sigue patrones típicos de la demagogia. Por ejemplo, su discurso contra “la casta”, que además choca contra su trayectoria profesional como colaborador y asesor de políticos y empresarios. Asimismo, la supuesta novedad con que presenta propuestas antiguas y malogradas, como la dolarización de la economía, inspirada en el modelo de paridad instrumentada hace décadas por el gobierno de Carlos Menem, que eventualmente tuvo consecuencias desastrosas. O despliegues demagógicos llanos, como rifar su sueldo como diputado.
Los resultados de las primarias en Argentina son una advertencia: el populismo no se ha ido de América Latina. Y probablemente llegó para quedarse. En un momento cuando la región padece una “recesión democrática” (Latinobarómetro, 2023), el riesgo para las democracias es muy alto.
POR CLAUDIA RUIZ MASSIEU
SENADORA DE LA REPÚBLICA
@RUIZMASSIEU
PAL