VENTANA POLÍTICA

¿Y vivieron felices…?

El presidente ha tomado (de nuevo) el control de su sucesión y dictado las reglas a seguir por su partido

OPINIÓN

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Verónica Ortiz / Ventana Política / Opinión El Heraldo de México
Verónica Ortiz / Ventana Política / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El presidente ha tomado (de nuevo) el control de su sucesión y dictado las reglas a seguir por su partido. El plan establecido en la reunión convocada para festejar el triunfo de Morena en el Estado de México parecería dar cauce y orden a las aspiraciones de sus “corcholatas”, aunque tendrá sus inconvenientes a la hora de aplicarlo.

De entrada, Marcelo Ebrard dio un buen golpe estratégico y capturó el liderazgo de un proceso que claramente ha sido descontrolado e inequitativo. Su anunciada renuncia cimbró el tablero y metió presión a los demás aspirantes. Ricardo Monreal, Fernández Noroña y hasta Manuel Velasco se apresuraron a anunciar sus respectivas renuncias.

Sin embargo, la no favorita jefa de gobierno Claudia Sheinbaum esperará lo que decida el Consejo nacional de Morena, mientras que el secretario de gobernación Adán Augusto López se ha guardado a la espera de los tiempos del Señor.

El asunto de las encuestas, largamente planteado por Ebrard, cobró mayor relevancia a la luz de los comicios en Edomex. Dado el nivel de sobreestimación registrado para Delfina Gómez, cómo podría garantizar la credibilidad de un ejercicio similar para definir la candidatura presidencial. Cuando encuestas como Parametria o El Financiero daban (incluso en encuestas de salida en el caso de El Financiero) dos dígitos de distancia a la candidata que finalmente ganó con 8 puntos de ventaja, la preocupación de Ebrard se vuelve creíble. Otro tema es el de las preguntas. Ebrard pide que la encuesta tenga una sola pregunta, para no repetir su propia experiencia del 2011, donde hubo que ponderar tres preguntas.

Ebrard ha insistido también en la realización de debates como filtro necesario para conocer las propuestas de los aspirantes, más allá de su adhesión incondicional a la 4T. Sin embargo, la potencial confrontación de ideas no ha sido bien vista en Palacio. A cambio, se ha ofrecido dar cabida a los perdedores como coordinadores de las bancadas de Morena en el Senado y la Cámara de Diputados, suavizando la derrota e incentivando el cierre de filas con el ganador(a). La idea no es mala y podría resultar factible bajo una disciplina de corte priísta, pero parecería impensable en el caos morenista.

Además, se ve difícil que Marcelo Ebrard aceptara someterse al liderazgo de Sheinbaum, por ejemplo. Una cosa es haber declinado dos veces en favor de AMLO, pero muy distinto sería hacerlo por alguien más.

Los tiempos se agotan y el presidente busca que sus corcholatas se disciplinen, apoyen al ungido(a), ganen en 2024 y todos vivan felices en la continuación de su cuarta transformación. De hecho, ha sido el deseo de los anteriores presidentes y todos fallaron.

Quizá este plan logre mantener unos meses la cohesión al interior de Morena, pero el proceso está muy lejos de transitar suavemente.

POR VERÓNICA ORTIZ

COLABORADORA

@veronicaortizo

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