CLARABOYA

Ofertas y demandas

Lo preocupante es ver la gran cantidad de vidas que toma a su paso este problema, tanto por el consumo directo como por sus daños colaterales, familias destruidas y por supuesto, la ola de violencia que supone su tráfico y distribución a través de grupos delictivos

OPINIÓN

·
Azul Etcheverry / Claraboya / Opinión El Heraldo de México
Azul Etcheverry / Claraboya / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Desde hace algunos meses se han hecho virales en redes sociales diferentes videos que muestran calles sacadas de una película de zombies. Basura, vialidades abandonadas en condiciones deplorables y personas viviendo en casas de campaña, víctimas de la cocaína, heroína y fentanilo. Jeringas tiradas por todos lados y humanos desde la tercera edad hasta jóvenes totalmente perdidos en los efectos de las drogas.

En una auténtica escena surrealista vemos, de un lado, calles grises, de miedo, inundadas de personas en estado alterado y del otro, tan sólo unos pasos más adelante, un parque con colores y juegos infantiles donde conviven familias, padres e hijos, ni unos ni otros conscientes de lo que hay cruzando la frontera invisible de la avenida Kensington en Filadelfia, Pensilvania, Estados Unidos.

Desde 2017 diversos medios han documentado esta zona denominándola como campamento de drogadictos al aire libre, zona gris sin ninguna autoridad, anarquía de personas que parecieran estar muertas en vida. Testimonios de impacto que relatan un primer encuentro con sintéticos como el cristal desde los 10 años para luego continuar haciéndolo progresivamente hasta la fecha.

El oficialismo de Estados Unidos sostiene que la causa y solución de este problema es acabar con la oferta que en gran parte, según ellos, viene desde México. El problema no es la debacle de los valores de la sociedad estadounidense y su individualismo, el problema no es la gran brecha económica no sólo entre clases, sino entre razas en ese país, el problema no son sus grandes asuntos a resolver de racismo, abuso, violencia y discriminación. Por supuesto, todas estas condiciones sociales y económicas lamentables no tienen nada que ver con la elección de tomar o no el camino de las drogas.

No. El problema simplemente es que existe una oferta.

El oficialismo mexicano, por su parte, demanda esta descomposición social y el tráfico de armas que terminan en manos de grupos delictivos organizados, incluso esta permisividad y falta de acción de las autoridades en estas zonas de vacío de poder, tomados ahora totalmente por los distribuidores y consumidores desde hace ya varios años.

Lo preocupante es ver la gran cantidad de vidas que toma a su paso este problema, tanto por el consumo directo como por sus daños colaterales, familias destruidas y por supuesto, la ola de violencia que supone su tráfico y distribución a través de grupos delictivos en nuestro país.

Todos tenemos un poco de responsabilidad, mientras los gobiernos deciden qué hacer, y ojalá pronto puedan idear una estrategia social, política y económica clara y contundente contra las drogas para atender tanto el consumo como el tráfico, también vimos como la pandemia y el deterioro de la salud mental propició el acercamiento a sustancias, la sociedad jugará así un importante papel, demandando a los líderes hacer su labor, pero también ofertando desde casa valores fuertes que permitan cerrar la puerta a este envenenamiento lento que termina en muerte en la mayoría de los casos.

Un análisis a conciencia sobre las conductas que nos alejan entre nosotros mismos, sobre nuestro individualismo y falta de solidaridad nos va a permitir formar un frente unido y consciente que permita exigir y, sobre todo, elegir líderes que nos acompañen a revertir esta crisis.

POR AZUL ETCHEVERRY
AETCHEVERRYARANDA@GMAIL.COM 

@AZULETCHEVERRY

MAAZ