Después del breve lapso en que el Presidente sufrió su tercer contagio de Covid, regresó con nuevos bríos a la arena política y, tal parece que algunas de sus reflexiones, lo hizo convencerse de que el triunfo electoral de su Partido y sus aliados, tiene como punto de partida la unidad de todos sus precandidatos. Esto explica la foto icónica que se publicó, en donde aparecen los cuatro mencionados a la Presidencia en compañía de los Senadores de Morena y sus aliados. Lo más destacado, es que se le abrieron las puertas –después de dos años— al Palacio de sus sueños y de sus anhelos, al coordinador del Senado, Ricardo Monreal Ávila
Quizá, lo más relevante, es lo que el propio Senador manifestó que existía la posibilidad de cambiar las reglas establecidas, para nominar al candidato Presidencial en ese Partido y podría construirse una candidatura de unidad, dejando a un lado las encuestas. Curiosamente ese mismo día, jueves 4 de mayo, el Presidente de Morena insistió en el calendario de las encuestas mencionadas.
La realidad es que, al Presidente le interesa fundamentalmente el triunfo electoral, lo demás son juegos pirotécnicos que distraen la opinión, mas allá de los procesos legislativos, las diferencias con la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el animo polarizador de las mañaneras, el Presidente entiende –con claridad— que lo más importante es ganar la elección y ganarla con un candidato que continúe lo que ha llamado la Cuarta Transformación.
¿Cómo podría integrarse un candidato de unidad en Morena? Desde luego, negociando con los precandidatos sus posibilidades políticas, al parecer, el enfrentamiento entre Claudia Sheinbaum que, por cierto, en un acto de honestidad dio a conocer públicamente a su pareja sentimental en Sinaloa y, Marcelo Ebrard, quien ha cuestionado la necesidad del “piso parejo” de encuestas negociadas y de renuncia tempranera de los contendientes.
La relación controversial entre ambos candidatos podría desembocar en que no fuera ninguno de los dos, y el beneficiado –sin duda— sería el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López, convertido –hoy por hoy— en la mano derecha política del Presidente.
En esta lógica, todos tendrían que tener un trozo del pastel político. Como Marcelo y Claudia ya fueron Jefes de Gobierno en la CDMX, tendrían que aceptar el cargo de Jefes Políticos de las bancadas de Morena, en las Cámaras del Congreso de la Unión, mientras que Monreal –hoy por hoy descartada su participación con la oposición— pudiera ser el candidato a la Jefatura de Gobierno en la Ciudad y, probablemente, hasta Noroña obtendría un escaño en el Senado.
No es nuevo este método, simplemente recordemos que cuando López Portillo fue candidato del PRI –por cierto siendo el menos conocido y reconocido—, el Presidente Echeverría nombró Presidente del Partido Oficial a Porfirio Muñoz Ledo, como Secretario General a Augusto Gómez Villanueva, después Jefe de la bancada en la Cámara baja y a Hugo Cervantes del Rio como Presidente del PRI en el entonces Distrito Federal. Nada hay nuevo bajo el sol, la composición política tiene un sólo objetivo, obtener el poder.
A mayor abundamiento, en estos mismos días se otorgaron seis autorizaciones para formar Agrupaciones Políticas en el INE, todas ellas de abierta simpatía por el oficialismo.
Los dados están echados, la mira presidencial está definida y la nueva ruta puede cambiar la metodología y el movimiento de las corcholatas.
POR ALFREDO RÍOS CAMARENA
CATEDRÁTICO DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNAM
PRESIDENTE DEL FRENTE UNIVERSITARIO LATINOAMERICANO (1958-1962)
VICEPRESIDENTE DE LA SOCIEDAD MEXICANA DE GEOGRAFÍA Y ESTADÍSTICA
MAAZ