Nicolás Maduro cumplió, el pasado miércoles, 10 años de que oficialmente asumió el poder, y por ello presentó su nuevo programa de televisión “Con Maduro +”, barajando la posibilidad de adelantar las elecciones presidenciales fijadas para octubre de 2024. En pocas palabras, inició su campaña de reelección perpetua.
El mandatario dice que el chavismo está listo para lo que sea, por supuesto tras borrar del mapa a su último opositor serio, Juan Guaidó, y de bajar la tensión mundial en contra de las malas decisiones de su gobierno que han provocado un éxodo de más de siete millones de venezolanos regados por toda América Latina.
La primera entrega de “Con Maduro +” comenzó al cumplirse un mes de la mayor operación anticorrupción del país o, dicho de otra forma, contra los incómodos a sus nuevos planes; una cruzada que deja 58 detenidos, la mayoría funcionarios de la estatal petrolera PDVSA, pero que también incluye a empresarios y jueces.
Sin morderse la lengua y con todo descaro, el jefe de Estado reiteró su llamado a los funcionarios públicos a trabajar con “honestidad absoluta en el servicio público”, y sostuvo que mantendrá su lucha ‘con mano de hierro’ frente a los corruptos y las mafias.
Sin duda, el pez más gordo que ha caído en esta cruzada ha sido el ministro de Petróleo de Venezuela, Tareck El Aissami, quien renunció a su cargo en marzo, para supuestamente no interferir en las investigaciones. Pero, según Andrés Izarra, exministro de Comunicación de Hugo Chávez, “es una guerra entre mafias”.
El Aissami era una persona de mucho poder dentro de la estructura del madurismo. No solamente era presidente de PDVSA, que le daba mucho acceso a los principales recursos con los que cuenta el país, sino además controlaba una estructura política importante.
Según Izarra, el exministro de Petróleo tenía varios gobernadores que eran de su equipo.
“Es decir, controlaba poder dentro del Ejecutivo, poder económico, servicios de inteligencia, cuerpos armados”, además de tener fuertes alianzas internacionales con rusos, turcos, sirios y con Hezbolá.
Por eso, los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez entraron en acción contra El Aissami. De sobra se conoce que son los ejecutores políticos de Maduro.
El chavismo descubrió todo un entramado que pretendía colocar a El Aissami como rival político de Maduro por la Presidencia, de cara las elecciones de 2024, lo que también revela una división dentro del chavismo por el control del poder y del trasiego de la cocaína.
Izarra le dijo a Infobae en una entrevista que el mandatario siempre le ha permitido a su círculo cercano beneficiarse de la estructura criminal que montó desde su llegada al palacio Miraflores, sede del gobierno. “Pero Maduro lo que sí no permite es que le disputen el poder”.
Maduro es un represor de mil batallas, que ha perfeccionado su modelo para anular a sus rivales con el único fin de mantenerse en el poder a costa de lo que sea y de quien sea.
POR ISRAEL LÓPEZ
COLABORADOR
ISRAEL.LOPEZ@ELHERALDODEMEXICO.COM
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