El Presidente no cede en su intento de tratar de debilitar al Poder Judicial de la Federación, muy en particular a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), que esta semana fue objeto de descalificaciones. El Presidente nos tiene acostumbrados a declaraciones estridentes contra sus adversarios, una y otra vez, a lo largo del sexenio, muchos han sido los destinatarios de su encono.
En un principio, los ataques eran dirigidos a un grupo de personas que llama “la mafia del poder”, el cual estaba integrado por personajes políticos que durante años han sido sus adversarios, pero con el pasar del tiempo, el propio Presidente ha ido sumando nuevos integrantes a este grupo, haciéndolo cada vez más grande y difícil de identificar con total certidumbre.
En el largo desfile de adversarios del discurso presidencial, se pueden contar periodistas, líderes opositores, aspiracionistas, machuchones, gobiernos extranjeros y un etcétera que se actualiza cada semana. Hasta cierto punto, puede entenderse la confrontación como parte de una estrategia política de posicionamiento, pero cuando esa disputa es con otro poder de la Federación, las cosas son muy distintas.
La división de poderes existe para garantizar los contrapesos necesarios en el ejercicio del poder, así lo marca la Constitución y nuestra propia historia. La división implica, que ninguno de los tres poderes está sujeto al otro, son independientes, cumplen funciones distintas e integrados por distintas personas, lo que les provee autonomía necesaria en el ejercicio de sus funciones.
Aún así, el Presidente ha lanzado una dura campaña mediática contra el Poder Judicial por el simple hecho de que no comparte sus decisiones, y no sólo ha sido para dejar en claro que tienen distintos puntos vista, va mucho más allá, pues ha utilizado la descalificación y la denostación para referirse a los integrantes de la Corte.
¿Por qué el Presidente está dispuesto a pelearse con el Poder Judicial?
A diferencia del Poder Legislativo, donde Morena tiene mayoría y comparte las decisiones del Presidente, en Corte, ni Morena ni sus aliados tienen la suficiente influencia sobre los ministros que la integran, lo que los hace muy peligrosos para los fines políticos de la 4T.
El máximo tribunal ya ha propinado varios reveses a los proyectos presidenciales, lo que de facto, y sin quererlo, los convierte en los adversarios más poderosos del Ejecutivo. En la lógica de la confrontación, tratar de dañar la imagen del Poder Judicial abona a la causa de la 4T, lo que en términos llanos resulta cierto, como también lo es, que quien pierde en esta batalla es el pueblo de México.
Y con estos argumentos no se trata de santificar a los integrantes del máximo tribunal, porque también se conoce de la complicidad de algunos de sus integrantes en actos ilegales. Aún así, el camino para el fortalecimiento del Estado de Derecho en nuestro país, no parece que sea la confrontación entre dos de los poderes de la Unión, lo que enrarece el ambiente político.
Muchas veces se ha demostrado que el poder absoluto corrompe absolutamente, nada es más benéfico para el Estado de Derecho que la división de poderes, depositar todo el poder en un solo hombre ya ha demostrado sus nefastas consecuencias. Cualquier institución es susceptible de perfeccionarse y la Corte no es la excepción, aún y con todos sus defectos debemos agradecer que la tenemos.
Ante la falta de estrategia de la oposición, el Poder Judicial se ha convertido en el único contrapeso real del Presidente, lo que obliga a sus integrantes más que nunca, a actuar con responsabilidad. Por el bien de todos, ojalá que cumplan con su obligación.
POR HÉCTOR SERRANO AZAMAR
COLABORADOR
@HSERRANOAZAMAR
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