LA ENCERRONA

Cambiar las palabras, erradicar las violencias

“Nos acostumbramos a la violencia y esto no es bueno para nuestra sociedad. Una población insensible es una población peligrosa.” Isaac Asimov

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de México
Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

“Chairos, fifís, conservadores, liberales, privilegiados” y una cantidad considerable de palabras llenas de carga negativa para insultar a simpatizantes de ambos bandos. A esto se ha acostumbrado la sociedad mexicana en lo que va del sexenio. Sin embargo, esta (mala) costumbre encubre una violencia sistemática entre tirios y troyanos, un cúmulo violencia que, en un país como el nuestro, lastimosamente no solo se queda en lo verbal, sino que pasa al acto con una normalización exacerbada, como cada vez es más frecuente observar. 

Refiero a lo ocurrido el sábado en el Zócalo capitalino, cuando algunos simpatizantes de López Obrador prendieron fuego a una piñata con la cara de la Ministra Presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (ni más, ni menos), Norma Piña, al grito de “¡fuego, fuego!” y  “fuera Piña”. Esto no puede minimizarse como un “juego inocente” entre fanáticos de algún “equipo”, lo ocurrido debe mencionarse con todas sus letras: eso es violencia política en razón de género. Punto. Un acto así no debe alentarse y mucho menos repetirse, por lo que las palabras del presidente fueron oportunas: “No debe de llevarse a cabo este tipo de actos, no es lo mejor, creo que hay formas de protestar sin llegar a esos extremos. Sí condeno esos actos, no hace falta, tenemos que vernos como adversarios, no como enemigos”.

También me refiero a lo sucedido en Teotihuacán, en la Secundaria 0518. En el video compartido por redes sociales, mismo que se viralizó, se puede observar una fuerte riña entre dos niñas de 14 años mientras nadie hace nada por detenerlas y poner fin a esa pelea descarnada. Días después una de las púberes murió siendo el parte médico un traumatismo craneoencefálico. Su contraparte en la pelea fue aprehendida en la frontera cuando intentaba escapar de sus actos. En esta trágica historia se supo que esta fatídica pelea tuvo sus inicios por el sistemático bullying sufrido por la hoy occisa. 

No podemos continuar así. Si bien es claro que el tejido social pasa por su descomposición más álgida, desde las autoridades se deben poner los límites para resarcirlo y no propiciarlo desde la oralidad y, mucho menos, hacerlo de manera cotidiana desde el atril. Mucho más cuando en nuestro país se asesinan a más de 10 mujeres al día, según datos de ONU Mujeres; cuando 7 de cada 10 mujeres han sufrido algún tipo de violencia a lo largo de la vida, según el Inegi; y cuando tenemos cifras de homicidios comparables con las de una nación en guerra. 

Las palabras no son inocuas, por lo que mal utilizadas, estas pueden generar odio, malestar y violencia generalizada. Claro que se deben realizar protocolos, leyes y políticas públicas para prevenir y erradicar las violencias, pero también tenemos que comenzar con eliminar los discursos de odio, evitar la polarización, entender que las disputas políticas, deportivas o de cualquier tipo no deben impactar en acciones violentas. No permitamos que los discursos divisorios y las estadísticas terminen por romper completamente el tejido social y no haya marcha atrás. Aún se puede evitar el clima de odio que hoy envuelve al país, elijamos cambiar desde nuestro entorno, desde nuestras palabras, desde nuestros actos. 

POR ADRIANA SARUR

COLABORADORA

ADRIANASARUR@HOTMAIL.COM / @ASARUR

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