En medio del escándalo detonado por la prueba PISA que deja mal parados a nuestros estudiantes en matemáticas, ciencia y lectura, encontré una voz sensata, alejada de filias y fobias, para sacarle provecho a los resultados, aún estando en el fondo de la lista de 38 países por el desaprovechamiento escolar.
Quiero rescatar parte de la conversación que sostuvimos ayer con Oscar del Río Serrano, comisionado de Mejoredu, en el Informativo Fin de Semana de Heraldo Radio. Oscar dice que no debe de preocuparnos, pero tampoco tendríamos que desestimarlos ni cruzarnos de brazos.
El primer cuestionamiento que debiéramos hacernos tras el resultado es: ¿qué conocimientos o habilidades deberían tener las y los ciudadanos de cualquier parte del mundo para afrontar los desafíos económicos, políticos y ecológicos a nivel sociedad e individual? ¿qué destrezas se necesitan para afrontar la vida adulta en las sociedades actuales?
El especialista parte de lo básico: a los jóvenes de 15 a 16 años se les planteó, por ejemplo, el escenario de la compra de un coche; debían elegir entre cuatro opciones, para lo cual se les ofrecían datos como el precio y el consumo de gasolina (L/100 km); igualmente, se ponía a disposición del estudiantado una calculadora de costes, para que tomaran una decisión.
En otra pregunta, se les pedía a los alumnos determinar en kilómetros la distancia del planeta Neptuno al Sol; para ello se les proporcionaba la distancia en unidades astronómicas y la equivalencia entre estas unidades y kilómetros.
Explica que lo que se pretende es saber sus conocimientos y razonamiento matemático, entre otros, puestos en juego para resolver problemas similares a los de la vida real y, por tanto, considerados capacidades esenciales para desarrollarse como ciudadanas y ciudadanos de las sociedades modernas.
Las que ejemplifica son preguntas relativamente fáciles; a partir de ahí, se incrementa gradualmente su dificultad. Sin embargo, la prueba está diseñada de tal forma que se van lanzando preguntas que buscan explorar el nivel de habilidades o conocimientos de las y los alumnos.
En las tres áreas—-matemáticas, lectura y ciencias—, el examen inicia con ejercicios de un nivel promedio (para alguien que puede alcanzar 500 puntos); si el o la estudiante contesta errónea o acertadamente algunas preguntas, entonces se le plantean otras de menor o mayor dificultad, y se va haciendo un ajuste adaptativo durante toda la prueba, hasta que se puede determinar con suficiente certeza el nivel en que se encuentra.
Para él, en los resultados de la edición 2022 tendríamos que considerar el impacto de la pandemia de COVID-19. Era previsible que los resultados mostraran declives en los puntajes obtenidos en 2018 y así sucedió. Esto se explica por la desviación estándar de cada estado o territorio participante. Incluso los países referentes, como Alemania y Finlandia, vieron disminuidos sus puntajes en la prueba de matemáticas; el primero cayó 25 puntos y el segundo 23, esto es, hubo una disminución de 9.9% y 9.1% de habilidades en este campo.
Al igual que en México, esta semana, países como España o Francia han estado examinando ¿por qué las caídas “sin precedente”? ¿qué pueden aprender de Estonia, que fue la nación europea que mayor puntaje obtuvo? Con la diferencia, quizá, de que en Francia el ministro de Educación ya anunció que se tomarán medidas a la luz el decrecimiento histórico en PISA.
Oscar del Río dice que la prueba PISA no da un panorama de las habilidades y los conocimientos de los jóvenes, para enfrentarse a los retos de la vida diaria. Aunado a ello, recoge información contextual tanto de alumnos/as, directivos y familias, sobre el entorno en el que se desarrollan, y relaciona la información de contexto con la de los resultados de aprendizaje.
En este sentido, ni las preguntas ni los resultados de PISA se modifican de acuerdo con el contexto. Lo que sí es posible, e incluso deseable, es que académicos, organizaciones y autoridades educativas recuperen esos datos para realizar análisis profundos sobre qué condiciones son necesarias priorizar para favorecer los aprendizajes de los alumnos.
¿Cómo podemos construir ambientes que propicien que el estudiantado que está a muy poco de ingresar a la educación superior o al mercado laboral tenga las herramientas para ser un ciudadano funcional y responsable? De lo que se responda, se podrían generar políticas públicas que impulsen juventudes fuertes y comprometidas.
Dicho esto, agrega, PISA, no es la panacea. Son datos, pero los simples datos no generan automáticamente el remedio. Por ello, considero que este tipo de pruebas sumativas no deberían estar en conflicto con las formativas, como es el caso de la Evaluación Diagnóstica de Aprendizajes para alumnas y alumnos de Educación Básica de Mejoredu.
Ésta ofrece prácticamente de forma inmediata una retroalimentación al personal docente para conocer los puntos de partida de los aprendizajes de cada uno de sus estudiantes, a fin de apoyar sus estratégicas pedagógicas en el aula. Por otro lado, el cúmulo de los resultados de Mejoredu por entidad federativa, más los de PISA por país (incluyendo la información que arrojan los cuestionarios de contexto de ambas pruebas) pueden ser insumos valiosos para quienes toman decisiones de política pública, en la medida en que haya análisis serios y a profundidad de la información generada y sus implicaciones.
Ninguna prueba, evaluación o examen por sí solo cambiará el panorama educativo, pero la información que proporcione no debe desdeñarse. Dejemos la polarización y la descalificación para reforzar el sistema educativo por bien de las y los estudiantes.
UPPERCUT: SOS en el Estado de México. La Familia Michoacana avanza en la toma de municipios y mientras Delfina Gómez, la gobernadora, pide ayuda al gobierno federal, los grupos atacan a las fuerzas federales en Malinalco.
POR ALEJANDRO SÁNCHEZ
COLABORADOR
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MAAZ