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Neopopulismo

Xóchitl Gálvez a manera de stunt publicitario llevó a cabo un replanteamiento del presupuesto

OPINIÓN

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Alejandro Echegaray / Campus / Opinión El Heraldo de México
Alejandro Echegaray / Campus / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Xóchitl Gálvez a manera de stunt publicitario llevó a cabo un replanteamiento del presupuesto. En la presentación de este nuevo ejercicio fiscal anunció que, si era el deseo del pueblo de México, habría recursos suficientes para reducir a 60 años la edad para recibir la pensión ideada para los adultos mayores. El que suscribe sintió un gusto enorme por saber que la candidata de la oposición tiene un gran corazón y que existe la suficiencia presupuestaria para seguir con un racional de gasto que podría quebrar las finanzas públicas de economías más sólidas y en donde hay una recaudación eficiente. El apoyo a nuestros viejos es un acto de justicia fundamental. Merecen eso y más. Sin embargo, no es financieramente sostenible o viable.

Las finanzas públicas están a punto de colapsar y quien llegue a gobernar encontrará las arcas públicas muy mermadas. La propuesta de Xóchitl es una buena medida si consideramos que el populismo es un corpus de políticas públicas y que se puede debilitar o vencer con una oferta programática también populista. Al populismo no se le combate con mayor populismo. El populismo es una técnica, una fórmula para perpetuarse en el poder.

Los consultores (gatekeepers) del equipo que circunvalan a la candidata tienen un gran producto que reúne todos los méritos y cualidades para derrocar –en las urnas- al oficialismo: es inteligente, ingeniosa, sensible, cuenta con una gran frescura y, además, es todo terreno, una 4 x 4, y también, si así lo desea,  puede “cruzar el río”.

El populismo apela a lo emocional, no a lo racional, y aleja a los electores de los juicios prospectivos y retrospectivos cuando se encuentran frente a la boleta. La única narrativa que recurre a lo emocional y es lo suficientemente poderosa para derrocar al obradorismo populista es la relacionada con la falta de libertades ocasionada por los altos índices de inseguridad y el cogobierno  en vastas porciones del territorio nacional por los cárteles y el crimen organizado. Y también el bolsillo (generación de empleos). Nomás que en ese rubro -y por diseño- el oficialismo ha sido exitoso (alza en salarios y transferencias).

Hay que tomar en cuenta que, en las actuales circunstancias, no se está conteniendo en contra de candidatas y candidatos convencionales en una situación de normalidad democrática. Lo que la oposición enfrentará en los comicios del año próximo es a un partido oficial que gobierna 23 entidades y es beneficiario de una realineación electoral que se viene gestando desde el 2017. Aunque es cierto que Fox derrocó al oficialismo priista que, en ese entonces, gobernaba 21 estados de la República.

En los regímenes presidenciales donde se utiliza la fórmula de mayoría (first past the post) y el ganador gana todo, forzosamente se generan -de manera natural y en todos los niveles- contiendas bipartidistas. En este tipo de sistemas políticos los electores votan de manera estratégica, es decir, ordenan sus preferencias y votan por su segunda mejor opción en aras de que no gane su última alternativa. Fox emitió la amenaza creíble de que él era el candidato de oposición que podía derrotar al PRI.

Los electores filo panistas y los que habían apoyado al Frente Cardenista en 1988, por ejemplo, se decantaron por Fox, y evidenciaron que votaban de manera estratégica en aras de que no ganara la opción menos deseada. El votante opositor mexicano no necesariamente votaba a lo largo de clivajes partidistas: privilegiaba la posibilidad de  “sacar al PRI de Los Pinos”. Con la incursión de Samuel García en la contienda, Xóchitl tendrá que transmitir con contundencia que ella puede vencer a la candidata del obradorismo. Su propuesta tendrá que contrastar con la postura oficialista. Una oferta neopopulista no le hará ni cosquillas.

POR ALEJANDRO ECHEGARAY 

CONSULTOR

@aechegaray1

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