COLUMNA INVITADA

Javier Milei en Argentina: Lección histórica para América Latina

Argentina hace más de 100 años, fue un país del que se esperaba una gran evolución, que logrará posicionarse como una potencia económica-comercial del tamaño de la economía estadounidense

OPINIÓN

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Luis Miguel Martínez / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México
Luis Miguel Martínez / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Créditos: Especial

Argentina hace más de 100 años, fue un país del que se esperaba una gran evolución, que logrará posicionarse como una potencia económica-comercial del tamaño de la economía estadounidense.

Al modelo argentino de desarrollo e impulso productivo le sucedió algo muy similar, al que se llevaba a cabo en el país de las barras y la estrellas, (numerosos barcos con cientos de migrantes procedentes de Europa, llegaban a esas tierras y ofrecían a miles de familias, una nueva vida más prospera en esas latitudes), esto significaba tener mano de obra barata, casi regalada a gran escala, la suficiente como para hacer despegar cualquier economía en el mundo con la visión y la organización adecuada.

Este hecho comenzó a volverse una realidad y a finales del siglo XIX, hasta las postrimerías de la tercera década del siglo XX, no se vería interrumpido.

Por aquellos años de bonanza, Buenos Aires, llego a ser conocida e identificada como la París de América Latina.

Argentina lo tenía todo, crecimiento sostenido, materias primas a granel para exportar, servicios en crecimiento de primera calidad y, sobre todo, un estilo de vida atractivo para toda aquella persona que decidiera asentarse en aquella nación y tener una vida próspera y relajada.  

El problema, es que mientras en Estados Unidos su competitividad aumentaba de manera meteórica producto de una visión de Estado prospectiva y estratégica acorde a los tiempos que se vivían, en Argentina era todo lo contrario, el estancamiento macroeconómico comenzó a suceder después de la primera Guerra Mundial. Las razones son muchas y muy variadas: inestabilidad política, fluctuaciones económicas, problemas sociales, corrupción, decisiones políticas controversiales, falta de inversiones en infraestructura, y educación, entre otras.

Pero quizás el pecado más grande del pueblo argentino fue creer que los tiempos de bienestar económico serian eternos.

Este cúmulo de retos y áreas de oportunidad fueron acumulándose con el tiempo y lo que fue una ventana de desarrollo, se convirtió en una pesadilla para todos los argentinos quienes, desde hace más de 100 años, no han podido recuperar el camino de regreso hacia la abundancia y el crecimiento económico sostenido.

En este contexto, es que muchas generaciones de argentinos crecieron, viendo como la oportunidad de tener una nación estable ajena a los vientos de cambio económicos internacionales se esfumaba, al tiempo que numerosas devaluaciones, inflaciones e hiperinflaciones consumían sus ahorros y sus sueños de tener una vida mejor. Muchos presidentes pasaron por la titularidad del poder ejecutivo y junto a ellos, numerosas promesas de que las cosas mejorarían, pero esto, no fue así, y como prueba de ello, es que el poder adquisitivo de los argentinos no tuvo movimientos significativos durante décadas, mientras que países como Colombia, Brasil o México, sí.

De esta manera, es que, ante el hartazgo y la desavenencia por parte de la mayoría de la población hacia su clase política, la figura de un personaje como Javier Milei, conocido como “el león” o “el loco”, se vuelve insuperable y bastante atractiva para amplios segmentos de la sociedad de aquella nación urgida de encontrar una salida ante la desesperante realidad que los envuelve.

Más de 35 millones de argentinos fueron convocados a votar en el balotaje en un contexto de agudo deterioro económico y social. La inflación de 142.7 por ciento interanual acrecentó los niveles de pobreza, y por supuesto los casos de inseguridad fueron al alza, además de contar con un sistema político escenario de permanentes escándalos de corrupción que han generado un desencanto masivo de la sociedad hacia sus autoridades.

Esta serie de factores ayudan a contextualizar la llegada de Javier Milei, a lo que será la capitanía del poder político en Argentina. Este personaje, como ya muchos saben, entró a la escena política de manera intempestiva hace escasos dos años y carece de experiencia en la gestión pública; sin embargo, su desapegada personalidad de los estereotipos clásicos de los políticos de aquel país, además de contar con un discurso simple, pero atractivo para las juventudes, son elementos sustanciales por los cuáles, la extrema derecha en aquella nación se ha apoderado de la titularidad del poder ejecutivo.

Las promesas de campaña de dolarizar la economía argentina, desaparecer el banco central, privatizar los sectores productivos y los servicios básicos como la salud o la educación en aquella nación, parecieran no importarle al grueso de la población, si junto a ello, se recupera el crecimiento económico y el poder adquisitivo en sus bolsillos.

Los extremos en el espectro político siempre serán peligrosos desde cualquier ángulo que se les analice, la evidencia histórica da muestra de ello. No importa, si son derecha o de izquierda, siempre contarán con un sesgo ideológico muy peligroso para la democracia y las libertades. Pero es, aún más importante, será analizar con detenimiento, cuáles fueron las causas que originaron la llegada al poder de Trump, Bolsonaro o Milei al poder, ya que las deficiencias estructurales como las producidas por un modelo económico como el capitalismo salvaje, no podrán ser reducidas de manera drástica y eficiente con las mismas herramientas que originaron la crisis de este modelo.

Es tiempo de que una lección histórica, se vuelva a cernir en el imaginario colectivo de América Latina.

POR LUIS MIGUEL MARTÍNEZ ANZURES
PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

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