COLUMNA INVITADA

Del dicho al hecho… Mujeres en pobreza

Sólo el 61,4% de las mujeres en edad laboral óptima están en la fuerza laboral, en comparación con el 90% de los hombres en edad laboral óptima

OPINIÓN

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Mayra Eternod Arámburu / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México
Mayra Eternod Arámburu / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Créditos: Especial

Contar con evidencia que sustente la implementación de políticas públicas es cada vez más importante tanto para la ciudadanía, como para la administración pública. Para ello es necesario medir la relación causa- efecto entre los programas sociales y la problemática social que se pretende atender.  

Tratando de generar información suficiente y objetiva para llevar a cabo las mediciones se creó en 2011 el Sistema de Indicadores sobre Pobreza y Género en México cuyo principal objetivo es evidenciar la necesaria redistribución equitativa de las actividades entre los géneros, así como analizar las desigualdades entre hombres y mujeres en el ejercicio de los derechos sociales y económicos.  

En México la administración pública asegura que “hay menos pobreza y menos desigualdad”; y efectivamente de acuerdo Índice Medición de Pobreza 2022 del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la pobreza extrema disminuyo de 7.2 a 7.1 %, no obstante la minúscula diferencia, cualquier reducción debe ser considerada como avance.  

Sin embargo, la calidad de vida de las mujeres es hoy más precaria que en décadas anteriores, hoy se cuenta con 24.8 millones de mujeres que al no contar con ingresos suficientes para allegarse de bienes y servicios básicos, se encuentran más vulnerables.  La mayoría de ellas tienen al menos tres de las seis carencias sociales, ya sea educación, servicios de salud, seguridad social, vivienda, servicios básicos o alimentación, y el porcentaje de mujeres con al menos 3 carencias se incrementó de 19% al 24%.   

Las mujeres adicionalmente viven hoy con mayores rezagos en educación, la carencia en servicios de salud tuvo un incremento dramático de 8.3 millones de mujeres a 25 millones , el trabajo doméstico y de cuidados presentó un alza significativa sobre todo como consecuencia de la reducción de los servicios de guardería y de la pandemia, que tuvo como efecto que el empleo de las mujeres retrocedió en 2.8 puntos porcentuales.  

Si consideramos cualquier derecho que debieran ser igualitario entre varones y mujeres y consideramos que 18% de ellas están en pobreza alimentaria, 20% de las mujeres enfrentan rezago educativo, 37% viven con carencia en servicios de salud y 49% carecen de seguridad social, la suma de vulnerabilidades incrementa de manera exponencial las desventajas y desigualdades que enfrentan las mujeres.  

En el caso de la educación resulta evidente que una niña mal alimentada, que no cuenta con vacunas ni otros servicios de salud, que no tiene posibilidades de asistir a la escuela regularmente y desde temprana edad tiene que hacer labores de cuidados, cuando sea mayor no tendrá acceso a un trabajo bien remunerado que garantice el acceso a los demás derechos. El piso sigue siendo muy disparejo y las brechas se amplían en lugar de reducirse.  

La agencia de igualdad y el departamento de asuntos económicos y sociales de la ONU señala en su último un informe que, al ritmo actual, para 2030 casi el 25% de la población femenina no tendrá suficiente comida.  

La brecha laboral y de ingresos sigue siendo persistentemente alta. Por cada dólar que ganan los hombres en ingresos laborales a nivel mundial, las mujeres ganan sólo 51 centavos. Sólo el 61,4% de las mujeres en edad laboral óptima están en la fuerza laboral, en comparación con el 90% de los hombres en edad laboral óptima.  

En nuestro país no se prevé ninguna mejoría los programas sociales están enfocados al clientelismo político y dejan de lado el desarrollo y bienestar real de las personas, ya que no atacan las raíces de los problemas ni tampoco buscan eficientar el uso de los recursos públicos, al contrario, se maquillan cifras y se etiquetan dolosamente de manera que pretenden ser programas para la igualdad cuando en realidad no lo son.  

Como se observa, no contamos con ninguna evidencia de que la vida cotidiana de las mujeres haya mejorado un ápice, al contrario nos han venido dorando la píldora y el trecho entre lo dicho y lo hecho es todavía muy grande. 

Por: Mayra Eternod Arámburu

Integrante del Consejo Directivo de la Barra Mexicana, Colegio de Abogados, A.C. 

@MayraEternod 

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