El ataque frontal, termonuclear del Estado mexicano contra la candidatura de Xóchitl Gálvez no era sólo inevitable: era previsible. Con el propósito de combatir ese asalto eficazmente, es necesario ver sus partes componentes y, también, sus historias pasadas.
El ataque inicia con la transformación del Estado en un poderoso tanque de asalto aniquilador para que tenga éxito. Por tanto, es necesario quitar de la cabeza la idea de que se está ante una competencia normal entre partidos políticos con los mismos criterios de competencia democrática. No es así. Mantener esa ilusión será fatal para cualquier intención de derrotar la ola autoritaria que acompañará a la campaña que AMLO-Morena tiene en mente para la elección de 2024.
Todos los instrumentos del Estado estarán al servicio de la candidatura presidencial de Morena para confundir, atajar, cooptar, destruir, encarcelar, asesinar o comprar lo necesario para consolidar la narrativa de la inevitabilidad de la victoria morenista.
El momento actual es importante porque es cuando se quiere lograr que esa narrativa se implante en la cabeza, consciente o inconscientemente, de cada uno de los ciudadanos del país, estén o no de acuerdo con AMLO y su forma de gobernar.
La desmoralización del estado de ánimo de la oposición es un objetivo estratégico en este periodo inicial del proceso electoral. Ni siquiera han empezado las campañas y ya se escuchan barruntos de angustia en las filas opositoras. Hay buenas razones para estar preocupados, pero precisamente por eso es tan importante entender y sopesar los distintos tiempos de una campaña.
Estamos apenas en los prolegómenos de la elección, por lo cual se requiere de cabeza fría para entender qué representa este momento para la oposición y que significa el momento para el gobierno y su partido.
Hoy el oficialismo pretende ganar la guerra electoral anticipadamente, desmoralizando a la oposición. Sun Tzu dijo: “El estratega superior logra la rendición sin librar batalla alguna”. Desmoralizar a la oposición antes de que inicie la campaña electoral es el objetivo de AMLO en este momento. ¿Cómo lo quiere lograr?
A través de varios caminos que intersectan en el tiempo y espacio. El gobierno utiliza múltiples medios para promover el “análisis” del supuesto aislamiento de Xóchitl de sus principales promotores, los partidos del Frente y de las organizaciones de la sociedad civil. Pone a Movimiento Ciudadano a discutir una candidatura alterna, lo que insinúa fragmentación y división en la oposición.
Además, se discute sobre el también supuesto “desinfle” de la candidatura de Xóchitl, quien se reúne con familias en sus modestas casas, mientras se arman costosísimos “eventos espontáneos y populares” en favor de Sheinbaum, para establecer un contraste irrefutable.
La compra de encuestas “serias” publicadas en medios respetables mostrando una delantera inalcanzable de la candidata oficial es un componente importante en el esfuerzo por desmoralizar y desarticular a la oposición. Se discute “seriamente” en el círculo rojo si la diferencia entre las candidatas es de treinta puntos o diez. Lo más importante para AMLO es que subyace la narrativa de la incuestionable victoria de Sheinbaum.
Por eso, Sun Tzu dijo que “Quien conoce el arte de la guerra primero se hace invencible y después se prepara para vencer”.
La oposición en México tiene que entender la lógica que emana la estrategia oficialista, para luego elaborar su propia estrategia. En esa elaboración de estrategia, debe pensar que enfrenta un enemigo resuelto a hacer lo que sea para ganar. Eso no quiere decir que vaya a ganar. Quiere decir que intentará todo para ganar, que es muy diferente.
La oposición debe pensar en estrategias insólitas, nuevas, audaces y desconcertantes para tener al enemigo (el Estado) permanentemente modificando sus estrategias para adaptarse a nuevas condiciones de la batalla. Para lograr eso debe poder ser ágil. adaptable a nuevas condiciones y capaz de generar narrativas alternativas. Eso sucedió cuando Xóchitl apareció repentinamente como una candidatura ganadora.
Ahora, así como Morena está empleando vastos recursos estatales para atraer personajes relevantes de la oposición a sus filas, la oposición debería estar atrayendo a franjas descontentas de Morena hacia sus filas. Esto se puede lograr con narrativas construidas para atraer a morenistas molestos por la militarización, la complicidad con el narcotráfico, los ataques al medioambiente, la crisis de salud, de la educación.
En cada uno de esos temas hay morenistas desafectos. Suponer que esto no es posible es señal de haberse rendido en la guerra ante la narrativa supremacista de Morena. Ahí está el caso Ebrard-Monreal y la probable ruptura de Morena en la CDMX.
Parte de la audacia de la oposición supone no repetir los modelos de actuación de antaño. No solamente en cuanto modelos de pensamiento, sino también en la repetición de los coordinadores, líderes y asesores quienes han llevado a la oposición por los callejones de la negación de sus errores y de seguir pensando igual que antes a pesar de la prueba de sus fracasos.
Se requiere, creo que diría Su Tzu, nuevos generales y coroneles, que conozcan bien al enemigo y su forma de pensar y actuar. Los generales anteriores no lo entendieron. De haberlo entendido, no estaríamos donde estamos hoy.
Una idea seminal que recorre el pensamiento de Sun Tzu es la capacidad de engaño para vencer. Pero el engaño está basado en el principio de realidad: conocer las fuerzas propias con tal certeza, que uno sabe perfectamente qué fuerza detiene, como para saber cómo debe o puede engañar al otro.
Con el engaño no cabe la ingenuidad, o no será engaño. Morena está empeñado en engañar a propios y extraños con la narrativa de que es invencible. Y muchos, incluso en la oposición, lo creen. Pero lo creen en parte porque la oposición no presenta sus pruebas contrafactuales. Y no los presenta, supongo, porque no tiene aún la convicción de que se puede ganar la guerra. Es decir, Xóchitl puede estar rodeada de generales y coroneles (en la usanza de Sun Tzu) que ya fueron derrotados en guerras anteriores, pero no aprendieron nunca las lecciones derivadas de sus derrotas, y objetivamente siguen pensando que no pueden ganarle la guerra a Morena. Eso se llama estar derrotados de antemano.
Sun Tzu insiste: “En toda estrategia militar, desde que el general…marcha a la batalla, nada es más difícil que la pugna, que consiste en enderezar lo torcido y aprovechar lo podrido: tornar la adversidad en ventaja”. En esto estriba la clave de la campaña de Xóchitl. ¿Cómo convertir la adversidad en ventaja? Esta es la parte más difícil de la campaña que enfrenta la oposición en su conjunto.
Debe ser un objetivo estratégico, siguiendo otra idea centralísima de Sun Tzu: conoce a fondo a tu enemigo. No debe ser un conocimiento a través de la óptica de los prejuicios propios ni de los rumores de aduladores o odiadores. No: de ser un conocimiento frío, certero y sin apasionamiento. Sólo así se le podrá engañar y derrotar.
El estudio profundo del enemigo es la única vía que admite la posibilidad de su derrota. Conocer sus fortalezas y debilidades es el primer acto del general sabio y convencido de poder ganar. Esa ecuación es necesaria para “tornar la adversidad en ventaja”.
Y esto último es la parte crucial de cualquier guerra: estar convencido de que, con la administración estratégica de las fuerzas y debilidades, se podrá, finalmente, imponerse al enemigo. Finalmente, todo se reduce a “hacerse invencible para vencer…”.
POR RICARDO PASCOE
COLABORADOR
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