Durante varios años de mi vida escolar, mea culpa, pertenecí al grupo de los niños mal portados. Lidiar conmigo no debe haber sido fácil para mis maestros y, lamentablemente para ellos y para mí, los métodos que empleaban no siempre eran los más efectivos.
Hoy sabemos mucho más sobre la indisciplina en la escuela y sus causas, desde trastornos crónicos caracterizados por la dificultad para prestar atención, la hiperactividad y la impulsividad hasta problemas económicos y familiares. No obstante, estas causas no siempre se identifican y aún hay una idea muy arraigada de tolerancia cero hacia la mala conducta, incluso cuando esa lógica a menudo hace más daño que bien.
Por eso, hace unos días, California se convirtió en el primer estado estadounidense en prohibir las suspensiones de estudiantes de todos los grados por “desafío intencional” a maestros o autoridades. Como reporta Edwin Rios en The Guardian, investigaciones demuestran que la sanción no mejora el ambiente en el aula. Por el contrario: perjudica a los niños —sobre todo a estudiantes negros y latinos, así como a aquellos con discapacidades y de bajos ingresos—, quienes pierden horas clave de clase.
Esta tendencia también se puede apreciar en México, donde, el mes pasado, la Autoridad Educativa Federal en la Ciudad de México dio a conocer el nuevo marco para la convivencia escolar en las escuelas de la ciudad. En el documento, el concepto de “consecuencias disciplinarias” se sustituye por el de “acciones formativas” y, como en California, se establece que “no podrá´ considerarse una medida disciplinaria o acción formativa la negación del servicio educativo [ni] la suspensión temporal o la expulsión de la alumna o el alumno”.
Igualmente, se privilegia “el diálogo como mecanismo fundamental para la resolución pacífica de conflictos” y se precisa que las acciones formativas “se deberán realizar con imparcialidad y respeto a la dignidad y derechos humanos de las y los alumnos”. Se trata, pues, de “una oportunidad para la reflexión y el aprendizaje de la comunidad escolar, a fin de avanzar en la construcción de espacios cada vez ma´s inclusivos”.
Los casos de California y la Ciudad de México podrían servir como modelo para otras entidades federativas, en ambos lados de la frontera, en donde la punición aún predomina y el castigo corporal es más común de lo que nos gustaría aceptar. Para mejorar nuestra calificación en conducta, hay que empezar por entender a los “rebeldes” como yo.
POR ANTONIO ARGÜELLES
COLABORADOR
@MEXICANO_ACTIVO
PAL