Se nos ha repetido hasta la saciedad. Los efectos del cambio climático (inundaciones, sequías, elevación del nivel del mar y golpes de calor, entre otros), son causados por los humanos. Aunque empezaron con la revolución industrial, a fines del siglo XVIII, son el resultado de una mentalidad prevaleciente en casi todas las culturas: los seres humanos tenemos un “derecho natural” a explotar libremente el medio ambiente que nos rodea, sin pensar en las otras especies, vegetales y animales, ni en las próximas generaciones de nuestra propia especie, Homo Sapiens. Estamos cerca de destruir nuestra casa común, el único planeta en el que podemos vivir. Le hemos impuesto a la naturaleza una verdadera guerra y, como dice el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ahora la naturaleza contraataca.
El Sexto Informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), conciencia y voz de la ciencia mundial, no deja duda. Nos advierte que los efectos del cambio climático se incrementarán en los próximos años, a menos que se logren reducir radicalmente las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), hacia el año 2030. Queda poco tiempo y los progresos hasta ahora no son suficientes. De hecho, de continuar las tendencias actuales, en 2030 las emisiones de GEI serán mayores que las de este año. https://www.ipcc.ch/report/ar6/syr/downloads/report/IPCC_AR6_SYR_SPM.pdf
Por su posición geográfica, en medio de dos grandes océanos, y su morfología montañosa, México es muy vulnerable al cambio climático, como se apunta en el Atlas Nacional de Vulnerabilidad al Cambio Climático, elaborado hace algunos años por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC). https://atlasvulnerabilidad.inecc.gob.mx/page/Proyecciones/P_12.html
Ese magnífico Atlas muestra con detalle la vulnerabilidad de todos los estados y municipios del país a los efectos del cambio climático, especialmente a sequías e inundaciones. De modo que, desde hace algunos años, ya tenemos una geolocalización precisa de nuestros riesgos frente al cambio climático.
¿Cómo fue posible que en unas cuantas horas una tormenta tropical se transformara en un catastrófico huracán, de categoría 5, como Otis? En realidad, no debería sorprendernos. Es uno de los resultados de la elevación de la temperatura de las aguas superficiales del océano Pacífico registrada a partir de marzo de este año. Los pobladores de muchos puertos turísticos percibieron este aumento de la temperatura marítima. Ante la certeza de que vendrán más huracanes que podrían causar daños enormes, es indispensable y urgente acelerar todos los programas de protección civil de todas las poblaciones costeras del país. Otis no será el último huracán categoría 5. Depende de nosotros que no tenga efectos catastróficos.
Durante mucho tiempo parecía que el gobierno mexicano se había comprometido con la causa ambiental. Gradualmente, creó instituciones nacionales como la SEMARNAT, el INECC, la PROFEPA y la CONABIO, y adoptó políticas públicas para preservar nuestra biodiversidad y proteger mejor el medio ambiente. Se aprobaron leyes para crear zonas naturales protegidas, combatir el cambio climático, y promover el desarrollo sostenible.
México también asumió un liderazgo internacional con la celebración, en nuestro país, de las conferencias de los estados parte de las convenciones de la ONU contra el cambio climático, en 2010, y la conferencia de los estados parte para preservar la diversidad, en 2016. También se comprometió a reducir sus emisiones de GEI. Aunque no es uno de los más grandes emisores, como China o Estados Unidos, nuestro país ocupa el lugar doce entre los países emisores, con alrededor del 1.5% del total.
En los últimos años, la Secretaría de Relaciones Exteriores logró que México mantuviera sus compromisos internacionales de reducción de estos gases, anunciando metas de reducción más ambiciosas el año pasado, durante la COP 27 celebrada en Egipto, aunque este anuncio no pareció conectado con la política energética del gobierno, que favorece la producción de energías fósiles.
Hoy la naturaleza nos lanzó un huracán de categoría 5. OTIS ha infligido daños catastróficos a Acapulco. Todavía no sabemos cuántos meses, o años, tomará su recuperación. Cientos de miles de personas han perdido sus fuentes de ingreso. Guerrero, un estado que sobrevive sin orden ni ley, agobiado por el crimen organizado, se vendrá aún más abajo. Su futuro está en vilo. Muchos acapulqueños migrarán. Pero cientos de miles más no podrán escapar. Durante muchos meses dependerán de la capacidad para ayudarles del gobierno federal, y de la solidaridad de toda la sociedad.
Desde luego, no hay una relación causal directa entre nuestras propias emisiones de GEI y la enorme destrucción y dolor humano causada por Otis. Pero México tiene que cambiar sus políticas internas para acelerar la transición a una economía verde, realmente incluyente y sostenible. Debe acelerar su transición hacia energías limpias. Después de Otis, México tiene la oportunidad de liderar el movimiento mundial contra el cambio climático, tomando una posición de vanguardia.
POR: MIGUEL RUIZ CABAÑAS
PROFESOR EN EL TEC DE MONTERREY
@MIGUELRCABANAS
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