El gobierno tiene una lastimosa doble narrativa sobre los migrantes en México. Por un lado, los mexicanos que lograron llegar y establecerse en Estados Unidos, y que por décadas han enviado remesas indispensables para cientos de miles de hogares y comunidades en nuestro país. Pero, entre las loas y laureles, también se asoma la mezquindad, cuando los políticos presumen como su logro gubernamental los flujos de remesas, y saludan con sombrero ajeno aquello que no deben.
El otro tipo de migrantes, los cuales no quiere ver ni escuchar el gobierno, proviene de otras regiones y padecen un verdadero suplicio humano. Guatemaltecos, salvadoreños, hondureños, venezolanos, haitianos, nicaragüenses, entre muchos otros, llegan al país para enfrentarse a tres aduanas del terror: el crimen organizado, las instituciones rebasadas, y la demagogia de los políticos.
Muchos migrantes que llegan a México lo hacen por vía terrestre. Algunos buscarán quedarse; más la vasta mayoría aspira a llegar a Estados Unidos recorriendo casi 1,500 kilómetros entre las fronteras sur y norte. El territorio se convierte en tierra de nadie, ante la indolencia de las autoridades y los abusos de la delincuencia.
Casos como el de San Fernando, Tamaulipas, hace más de una década, se presentaban como una anomalía de terror, pero hoy son retratos diarios de la violencia que golpea a los migrantes, muchos de los cuales terminan cautivos del narcotráfico, o en fosas clandestinas.
A la violencia criminal, se suma la incapacidad institucional. Las autoridades son indiferentes o, en el peor escenario, se coluden con el crimen. Cuando son solo incapaces, mantienen a los migrantes recluidos, sin información, y en suspenso sobre su situación en el país. El colmo de la deshumanización lo vimos en el indignante episodio de la estación de Juárez, en el que decenas de migrantes estaban encerrados y 40 murieron por el incendio.
Finalmente, está la demagogia política. El presidente López Obrador ha ofrecido programas del bienestar en Centroamérica, para convocar a la fraternidad de América del Norte y apelar al llamado global fraternal en favor del humanismo -que hasta ahora no ha tenido eco-. Quizás no sean malas ideas; quizás se debe liderar con el ejemplo. Y el ejemplo del trato a los migrantes en México, es uno de terror y angustia.
El frívolo ‘humanismo mexicano’ ha fracasado en actuar con sentido de humanidad ante los migrantes, y garantizar su dignidad humana. Rumbo al 2024, es un tema de innegable discusión.
CUMULONIMBOS. “No puedes detener las migraciones de las personas; cuando tienen miedo, huirán. Cuando hay esperanza en alguna parte, viajarán”, Elie Wiesel.
Mark Twain.
POR BOSCO DE LA VEGA
COLABORADOR
@BOSCODELAV
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