AIRE PARA PENSAR Y DEJAR PENSAR

El alma tatuada

No se planea, ni se dosifica. Pareciera estar predestinada a ser de alguien más y cuando menos te das cuenta, le pertenece

OPINIÓN

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Paola Albarrán / Aire para pensar y dejar pensar / Opinión El Heraldo de México
Paola Albarrán / Aire para pensar y dejar pensar / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

No estoy segura de donde se siente el alma, pero guarda mucho en la mente, y pesa en el corazón. Se siente en todo el cuerpo.

No es necesario meter la razón para entender la absurda necesidad de amar, con lo peligroso que es, ¿para qué volverlo a intentar? Pero es que cuando se roban un pedazo de tu alma, la historia se teje sola.

A través del tiempo lo han descrito con el famoso flechazo de Cupido y esta idea barroca y anticuada puede estar obsoleta, sin embargo, algo de razón tiene. Cuando la flecha toca, pierdes ese pedazo de voluntad sobre ti, ya le pertenece a alguien más.

Pero son más bien estas historias que se van esculpiendo con golpes como si se tratara de hacer una escultura con cincel, algunos golpes son más fuertes, que te rompen y te desacomodan, y otros tantos que son suaves caricias que van perfeccionando la obra, misma que se construye entre dos, y para dos. La inevitable construcción y evolución. Siempre estamos esculpiendo esta obra que se llama vida, que se llama amor.

Pareciera ser que enamorarse es una especie de conspiración, como un autosabotaje donde tú, como dueño del castillo, mandas a dormir a todos tus guardias que protegen el corazón y dejan entrar al espacio más sagrado que tenemos, nuestro corazón, un lugar al que deberíamos de entrar sin zapatos y en silencio, pues es donde realmente habita nuestra verdad. Y ahí, ya no estás solo, ya hay alguien más. Estás tú desprotegido, en tu lugar de paz.

Y el amor es así, se trata de ser alguien más, sin olvidarse de quién eres en realidad, se trata de fundirse y desdibujar tu individualidad al mismo tiempo de crear complicidad.

Algunos son amores de portada, fáciles, que se gritan, otros son amores que gritan para adentro, que viven en donde empiezas a ser tú, ese lugar de difícil acceso; sólo quien te quiere lo conoce de verdad.

Te invade en pensamientos constantes, tus planes, y el tiempo se vuelve relativo, las agujas de sus relojes, sin importar los husos horarios, se funden en uno solo.

Hay pedazos del alma que se tatúan nuestro nombre, y nuestra alma está tatuada de quién supo reconocerse en la nuestra. Que no depende de nada, simplemente es. Esos pedazos que los roban y les pertenecen para siempre. Es como si ese pedazo de ti, reconociera al otro y se quisiera quedar con él, pues es estar en paz. Va más allá de tener o no la razón. De entenderlo o no. Hay pedazos tuyos que no son tuyos nunca más, pues ya le pertenecen a alguien más.

No se planea, no se pone en el calendario, ni se hace un plan para el mejor rendimiento.

La mirada, las palabras. Sentirte visto y luego sentirte valorado. Saberte escuchado y recibido. Saberte que te piensan. Taggear en un story. Pensar canciones y luego cantarlas juntos, como si el tiempo no existiera. Un WhatsApp sin sentido, un sticker para alargar la conversación. Las noches de insomnio. Los escritos que fluyen como río. Encontrarle sentido a lo absurdo para después, cambiarle el sentido.

Puedo estar segura de que la energía crea sueños imposibles, encuentros predestinados. Construye castillos en lo intangible. Hay pedazos de ti que parece que siempre el destino supo le pertenecían a alguien más.

POR PAOLA ALBARRÁN

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IG: @paolaalbarran

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