Entre expresiones de amistad y gestos políticos, los presidentes de Estados Unidos, Joe Biden, y México, Andrés Manuel López Obrador, realizaron el lunes un encuentro bilateral pleno de divergencias y diferencias de visión, en el marco de una Décima Cumbre de Líderes de Norteamérica a la que el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, contribuye una visión también contrastante.
EU, México y Canadá coinciden en los temas de su agenda común, aunque con divergencias, pero en lo bilateral tienen visiones diferentes respecto a la importancia y la urgencia de cada uno de ellos, amén de lenguajes y énfasis distintos.
Con todo, hay una coincidencia retórica al menos en la visión de Norteamérica como región económica y social.
Pero la denominación con que se iniciaron estos encuentros, la de "Los Tres Amigos", es más bien historia. Ahora, parece más transaccional, pragmática, al menos entre Biden y López Obrador, que se enfocan en políticas domésticas y presiden países con una larga tradición de desencuentros, pero conscientes también de que la necesidad geopolítica los condena a convivir, cada vez más entrelazados por economía, geografía y sociedad.
Y es esa necesidad lo que hoy empuja a los tres líderes: las crisis de la pandemia de COVID, el calentamiento global, la invasión rusa a Ucrania y el surgimiento de nuevas potencias geopolíticas ha dado nueva urgencia a la idea de regionalización y acortamiento de las cadenas productivas.
Obviamente, para México y Canadá, que sin duda son beneficiarios de esa tendencia, la situación tiene significados distintos que para Estados Unidos, principal socio comercial y vecino de ambos.
Washington busca fortalecer su posición y asegurarse la relación económica con sus principales socios comerciales, en especial ante la creciente competencia china y ante el surgimiento de potencias medias ansiosas a su vez de predominio en sus vecindarios.
Es además, una importante base geopolítica a partir de la cual plantea su propuesto Marco Económico del Indo-Pacífico para la Prosperidad.
Para Canadá, se trata de evitar que los procesos postindustriales en Estados Unidos los dejen atrás y muy especialmente, que su industria automotriz no sea afectada, y más bien sea incluida, por el impulso estadounidense a la construcción de vehículos eléctricos.
Para EU y Canadá, es importante abordar la relación con México. En el primer caso, por cuestiones de migración, seguridad y narcotráfico –en especial la producción de fentanilo–. Los dos tienen diferendos legales en torno a la política energética de México, que sostienen, discrimina a sus empresas e inversionistas y está en falta con el T-MEC entre los tres países.
Para México el problema es que, según la imagen proyectada afuera, el presidente López Obrador desearía poner mayor distancia política entre los dos países, pero sin afectar una relación económica fundamental.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
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