WASHINGTON. La que se espera sea una nueva y difícil etapa en la relación entre Estados Unidos y México, a partir de ajustes en el equipo de política latinoamericana del presidente Joe Biden, está presente en versiones que circulan en la capital de EU.
Los ajustes, que tendrían lugar después de las elecciones de noviembre, incluirían el cambio de funcionarios a cargo de manejar las relaciones con la región, y hay versiones sobre el posible retiro del embajador en México, Ken Salazar, al que se atribuye no haber logrado resultados.
La salida de Salazar, sin embargo, sería menos contenciosa que en una remoción, tanto por la vieja relación personal entre el presidente Biden y el ahora embajador como en reconocimiento a lo que en Washington se considera como difícil tarea de tratar de acercarse al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Formalmente la relación es correcta, pero funcionarios y exdiplomáticos estadounidenses señalan problemas de comunicación, ejemplificados por la queja de que el mandatario mexicano les ha dicho una cosa en privado y luego habla, o actúa, de otra manera en público.
El percibido "descolón" por la ausencia de López Obrador en la Cumbre de las Américas en Los Ángeles, en junio pasado, y la posterior visita a Washington, no contribuyeron a mejorar una situación complicada por lo que según los estadounidenses es la aparente disposición del mexicano a tratar de convertir en causa patriótica lo que en Washington se ve como una cuestión de abogados.
El referente en ese sentido es el desacuerdo en torno a la reforma mexicana de energía eléctrica, que según los estadounidenses contraviene compromisos firmados e integrados en el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC).
Y de hecho, en Washington se cree que es probable que el caso no llegue a la determinación de paneles. Desde su punto de vista, el gobierno mexicano lo tiene perdido y buscará otra salida. En paralelo, y tan correcta o incorrectamente como se quiera, funcionarios estadounidenses están convencidos de que los gestos amistosos de Biden han sido ignorados por el gobierno mexicano.
Por lo pronto, la gestión de Biden está más pendiente de las elecciones de medio término, el próximo noviembre, en las que se espera la oposición republicana trate al menos de invocar varios temas vinculados con México, como migración, la situación de la frontera, la violencia y el narcotráfico y la aparente inclinación "izquierdista" del gobierno López Obrador, que aparece como amistoso hacia regímenes que aquí se consideran como autoritarios, en concreto los de Cuba o Nicaragua.
La relación tampoco se beneficia de la percepción del gobierno mexicano en el Congreso, dañada por denuncias sobre problemas de derechos humanos y civiles, de consideraciones ambientales y por supuesto reportes sobre violencia y narcotráfico.
Y por lo que parece, muy pocos aliados.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
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