Columna invitada

La identidad del PRD y la de millones de personas

Desde que Andrés Manuel López Obrador obtuvo el triunfo en 2018 el PRD dejó de existir

La identidad del PRD y la de millones de personas
Martha Gutiérrez / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Desde que Andrés Manuel López Obrador obtuvo el triunfo en 2018 el PRD dejó de existir. Digo que dejó, porque hoy, es una organización política que no tiene definido que concibe como el sujeto que protagoniza su vida. Un aspecto de la psicología en el que la percepción de continuidad y coherencia son utilizados para designar la dimensión auto referencial, es decir, el "yo", "ego", o "self".

Esto en la experiencia humana es fundamental, con mayor profundidad en la representación política, y una de las vertientes más importantes en México, de control social. Porque seamos sinceros, en Latinoamérica la política define en gran medida nuestras conductas, mucho más que en otras sociedades avanzadas donde a los políticos y a las políticas les han establecido un límite claro.

En el caso del PRD el problema de la falta de identidad resulta ejemplar, porque es una conducta típica de millones de personas que ayuda justo a definir nuestra situación,  pero sobre todo a anticipar lo que viene.

Establezcamos hechos: en el PRD sólo han tenido en toda su historia dos candidatos presidenciales propios, Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador. El primero definió la personalidad de plazas llenas y urnas vacías, sin mucha profundidad intelectual, con un liderazgo débil heredado de un verdadero cacique, sin presencia fuerte, pero con una gran llama de esperanza del pueblo que soñaba con su crecimiento político para que los pudiera representar realmente. Esta figura vivió hasta que Andrés Manuel lo sustituyó, entonces cambió de perfil y por ende adaptó su nueva identidad a la que definió el nuevo cacique con la experiencia que desarrolló en el PRI. Ustedes ya lo conocen por lo que es innecesario definirlo. Menos para el efecto de la presente columna, que es establecer que una vez que

Andrés Manuel López Obrador dejó al PRD, éste se quedó sin personalidad y se evidenció lo que ocurría en su interior.

Una minoría que se apropió de la burocracia y el cascarón intentando utilizar el único mecanismo con el que siempre contaron: la negociación. Porque esa minoría hoy no tiene estructura, a lo mejor alguna vez la tuvo pero todos los que la crearon hoy ya no están en ese partido. La negociación como elemento con Calderón en las elecciones a gobernadores del 2011 fueron un cristal a través del cual se pudo mirar, y el Pacto por México la cúspide.

Personas políticamente poco formadas, empíricas, administradores (en contraposición a los políticos), sobre todo sin identidad. Precisamente por la falta de formación, carácter, alma política, pericia y causas. Pues ni más ni menos que lo que mueve a la política.

Esto es hoy el PRD, un partido que con esos "cuadros" no se puede definir a sí mismo, un partido que se dice de izquierda pero que no se identifica con la izquierda, porque sus únicos caminos fueron dos personajes con los que ya no cuentan, Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador, y los que aún están dentro son incapaces de armar una idea que los identifique con la población del segmento al que decían representar. Tristemente hoy muy pocos le tienen respeto y menos credibilidad, esto es lo que hace que López Obrador se vea grande y fuerte.

Me cuentan que en alguna ocasión escucharon a Jesús Ortega afirmar ante varios militantes de su partido que los caciques no se retiran, sino que los tienen que retirar. Es evidente que con ellos ya lo hicieron, sin embargo no se han dado cuenta, lo cual es una vergüenza, ya que hoy deberían estar entregándole el registro y los restos de ese partido a una generación nueva que no tenga cola que le pisen, con una idea innovadora sobre política y de como enfrentar a la izquierda simulada que hoy nos gobierna. Porque sea quien sea de la 4T a quien pretenda dejar en su cargo el Ejecutivo Federal, queda claro que debiera enfrentarse a una nueva forma de pensar, sin esos complejos e insistencia de definirse a costa de Andrés Manuel López Obrador. Lo que ocurrirá este año, o a más tardar en el 2024.

Tanto han re-interpretado a Valentin Campa, los movimientos del 68, los del 71, a las ligas comunistas, que francamente ya son muletillas vacías que ni siquiera los definen, y peor aún, la población ya se dio cuenta.

Es hora de despertar, de exigir y dejar muy claro a cada uno de los partidos políticos , que los mexicanos merecemos mucho más de lo que hoy nos ofrecen y que de una vez por todas se den cuenta de que los ciudadanos somos personas pensantes y consecientes.

Y no es pregunta.

POR MARTHA GUTIÉRREZ
ANALISTA EN COMUNICACIÓN POLÍTICA
@MARTHAGTZ

MAAZ

 

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