Noto una cierta perplejidad decepcionada en la comentocracia chaira. Que cómo es posible que Raúl Paz, ese conservador que lleva una vida despotricando contra el Líder Moral del Movimiento y de la Patria Toda, se haya pasado a las filas del morenismo. Que qué hace un panista de viejo cuño en las filas de la progresía, carajo. Peor: que el señor es un panista con antecedentes del todo incompatibles con la ética a toda prueba que el presidente, Modelo Universal de Comportamiento Público y Privado, exige a cualquier integrante del regeneracionismo patrio. Que lo han acusado de recibir moches. Que qué onda con aquella fiesta plena de alcohol y mujeres que se armaron los panistas. Que acuérdense de aquella otra fiesta bastante paya en un barco, en pleno covid. Que lleva dos días borrando tuits anti AMLO, el cínico. Que su lugar es otro.
Disiento fraternalmente, colegas. El Raúl a mí me parece, por el contrario, que ni mandado a hacer para formar parte de esa gran transformación de las conciencias que es Morena. ¿Que los panistas no tienen lugar en la nueva izquierda mexicana? Bueno, hermanos, hermanas, hermanes: Manolito Espino sigue en esos andurriales desde que arrancó este sexenio, y miren que tiene un puesto medio pitero: Comisionado del Servicio de Protección Federal. Acuérdense: pasó de la derecha ultramontana al peñanietismo y al populismo de izquierdas, con los plácemes del Líder Moral. Tampoco creo que tenga problemas de adaptación el Rul por lo de los presuntos moches. De ser cierta la acusación, cosa que no nos consta, va a estar como pez en el agua entre el hijo del licenciado Bartlett, el profe, Pío, Napito, Delfina y compañía. Ah, y Alito. Podrían armarse una tertulia en, por ejemplo, el Covadonga, ahora que lo desocupó Democracia Deliberada, y platicar anécdotas, intercambiar técnicas, recomendarse abogados, etcétera. Nomás que sea en el apartado, para seguridad de la ciudadanía.
En cuanto a las fiestas, bueno: no va a extrañar al panismo. El otro día ya lo vimos muy de cuates con Mario Delgado. Cómo no. Hemos visto que mi Mario, cuando agarra la fiesta, la agarra en serio: acuérdense de ese baile súper animado, con quiebres magníficos de cadera y demás, en un video. Pero si no es Mario y el Raúl anda en plan más bravo, está el Toro Macedonio, que hasta se lanza a los chingadazos con la policía con unos fogonazos en el cuerpo, sin mencionar al tribuno Vasconcelos, que ya ven que luego estrella Mercedes en la briaga, o al nuevo Herodoto, Pedro Salmerón, que al parecer no tiembla ante la perspectiva de acabar en los separos.
No, colegas del oficialismo: no hay por qué llamarse a escándalo. Si hay algo coherente, es que el tribuno llegue al movimiento, que acaba de hacer un, otro, y seguro que no el último, fichaje de lujo.
Raúl Paz ha llegado a casa.
POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09
PAL