Para Mahatma Ghandi vivir es una oportunidad que las personas, pueden disfrutar en libertad sin ignorar su entorno. Ghandi recomienda mantener una convivencia sana con todo lo que implica la vida, en tanto que vivir en equilibrio nutre el alma y alcanza la paz mental indispensable para vivir con plenitud.
Así mismo describió lo que nombró «pecados sociales» que alejan a las personas de una vida sana y espiritualmente correcta mismos que describo a continuación:
Hacer política sin valores ni principios.
Hacer negocios sin moral.
Obtener riqueza sin trabajo.
Educación sin carácter.
Ciencia sin humanidad.
Religión sin sacrificio.
Por otro lado, en las sagradas escrituras está inscrita la descripción de las siete virtudes teologales, así como los siete pecados capitales que a continuación desdoblo en dos columnas. En la primera de ellas anoto las virtudes, y en la segunda, el lado oscuro que también son parte de nuestra humanidad:
Humildad — soberbia
Generosidad — avaricia
Paciencia — ira
Templanza — gula
Caridad — envidia
Diligencia — pereza.
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A esta relación hay que agregar las tres virtudes teologales, también referidas en las Sagradas Escrituras; Fe, Esperanza y Caridad, así también las cuatro virtudes cardinales enunciadas por Platón; Templanza, Prudencia, Fortaleza, Justicia. Ciertamente la práctica de virtudes y valores empoderan tanto a las personas como a las sociedades que pertenecen.
Integridad moral — subordinación inmoral
Dignidad — deshonra
Honradez — deshonestidad
Probidad — imoralidad
Rectitud — corrupción
Lealtad — traición.
La lista puede ser interminable; solidaridad, respeto recíproco, amor, gratitud, comprensión, compasión, generosidad, altruismo, sabiduría, conocimiento, perseverancia, tolerancia. Cada concepto, valor, virtud de los aquí presentados, se puede describir ampliamente, en tanto que cada uno de ellos contiene una gran riqueza. Para lograr una verdadera revolución de las conciencias, es imprescindible pasar por la esmerada siembra y cultivo de valores y virtudes entre la población. Tarea que no se ha realizado con la voluntad necesaria.
Actualmente nuestro México, enfermo de anomia, por la pérdida de valores, tal parece que en lugar de afianzar valores que empoderen nuestra sociedad, surgen nuevos pecados sociales que reiteradamente son señalados por el gobierno, tales como;
«Aspiracionismo, emprendedurismo, hacer fuera del rebaño, pensar distinto, expresar opiniones contrastantes al gobierno y ser
oposición» entre otros pecados decretados por el poder. Hablar de revolución de las conciencias, es referir la más importante de las necesidades nacionales, que tiene que ver con idiosincrasia, educación y cultura, como también con el estilo de gobernar y comunicar de lideres políticos, religiosos, maestros, padres de familia, lo que representa ser, un gran desafío y responsabilidad compartida, que para lograr el propósito, se requiere alinear lo que se dice con lo que se hace.
Por ejemplo, los conceptos de republica amorosa, expresión reiterada por el gobierno federal, contrasta con la recurrencia de
un discurso de odio.
Muera la corrupción, siendo un gran propósito, contrasta con la opacidad gubernamental en el manejo de los recursos públicos. Abrazos no balazos, en lugar de humanizar el esfuerzo gubernamental para garantizar la seguridad de los ciudadanos, contribuye a la degradación del Estado de Derecho.
Fraternidad universal que deja fuera la universalidad pretendida, cuando se estigmatiza y persigue a quien piensa distinto. No es lo mismo consensar políticas públicas que incluyan educación, cultura, ciencia, ciudadanía entre otras materias, que solamente expresar sermones morales que no contribuye a fomentar el cultivo de los valores y principios que necesitamos los ciudadanos de nuestro país.
El propósito de la presidencia de la república, no solo es noble como necesario. La intención de transformar la cultura social y nuestra forma de pensar y hacer, es indispensable para mejorar nuestra sociedad. Por tanto, es urgente pasar de la prédica al ejemplo, más que con la fuerza de las palabras, el propósito se logrará con la fuerza de la congruencia.
POR FERNANDO ALBERTO GARCÍA CUEVAS
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