El catalán Antoni Gutiérrez-Rubí ha sido asesor de políticos de izquierda y de derecha por igual. ¿Será un factor en las elecciones de 2024? Hace unos meses me interesé en su trabajo, leí sus publicaciones y me pregunté cuánto tardaría en incorporarse a alguno de los equipos de los precandidatos a la Presidencia en 2024, fueran de Morena o de la oposición. Ya está en el equipo de Claudia Sheinbaum.
Comparto algunas de sus ideas plasmadas en diversos artículos publicados entre 2019 y 2021, y que fueron compilados en el libro La fatiga democrática. El ahora asesor de Claudia coincide con otros pensadores en que hay un aumento de la desconfianza en la política y los políticos y que para ello es “clave reivindicar una política lenta, atenta y empática, donde la moderación se sitúa como un valor al alza y la ciudadanía esté al centro de lo público...”.
Si bien subraya la importancia central de la moderación y la templanza, evocando a Norberto Bobbio –con lo que estoy totalmente de acuerdo– no deja de reconocer la creciente polarización en la vida política, que encuentra su máxima expresión en la política de la ira, esencial para movilizar a las masas y cuya expresión paradigmática fue Donald Trump.
Señala que la política exige ponderación, decantación de las ideas, moderación, pedagogía y garantizar que las promesas serán cumplidas.
En el mundo actual, escribe Gutiérrez-Rubí, la tecnología ha favorecido la inmediatez, y, por lo tanto, el negocio ya no es la información, sino la captura de la atención, los likes. Hay un bien abundante que es la información, y uno escaso, que es el tiempo para procesarla. Por ello, afirma, “Las reacciones reemplazan a las reflexiones en los procesos cognitivos”. Hay una imposición de lo táctico sobre lo estratégico y la visión de futuro.
Las emociones adquieren cada vez mayor importancia en la política, más allá de la razón. Para mejor entender y transformar la política en el mundo actual, de la pospandemia COVID-19, sostiene que se deben tomar en cuenta las neurociencias y la psicología social para el diseño de la política. Una frase lo dice todo: “La política debe ser la emoción de la esperanza necesaria y urgente”.
Hace referencia al concepto de disonancia cognitiva o cognoscitiva, acuñada en los años 50, que estudiamos todos los que cursamos Comunicación. En política, la disonancia cognitiva conduce a que las personas establecen conexión con un líder y dejan que la lealtad piense por ellos (cualquier parecido con la realidad mexicana es pura coincidencia). Ello permite justificar las creencias personales frente al error.
Gutiérrez-Rubí propone a la biopolítica como futuro, retomando el concepto del filósofo Michel Foucalt, es decir una “política de vida”. Concluye: dar sentido a la vida es una tarea para la política progresista. Es atender lo pequeño, el barrio, la comunidad, las preocupaciones personales. ¿Permearán estas ideas en la campaña presidencial de 2024? Son, sin duda, provocadoras y dignas de atención.
POR MARTHA BÁRCENA COQUI
EMBAJADORA EMINENTE
MARTHA.BARCENA@ELHERALDODEMEXICO.COM
@MARTHA_BARCENA
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