CLARABOYA

Nuevo panorama internacional

La invasión rusa a Ucrania ha acarreado una serie de consecuencias multisectoriales, que el resto de los países tienen que asimilar, en la actualidad

OPINIÓN

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Azul Etcheverry / Claraboya / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La intervención armada rusa en el territorio ucraniano no sólo está reconfigurando zonas de influencia política y territorial en Europa, sino que ha acarreado una serie de consecuencias multisectoriales a las que el resto del mundo ha tenido que ir asimilando. Sin embargo, en términos geoestratégicos este asunto ha puesto al conflicto entre Oriente y Occidente en el centro de atención, y cómo las hegemonías que conocemos podrían irse reconfigurando en el mediano y largo plazo.

En respuesta a la invasión rusa, los países occidentales han ido aprobando sanciones cada vez más severas a ese país con el objetivo de castigar su economía. Su respuesta ha sido la de estrechar lazos con otros actores que, por razones diversas, han decidido no sumarse o han limitado sus acciones en contra, respecto de la mayoría de los países que se pronunciaron en contra del conflicto.

El presidente Vladimir Putin dijo que se requiere que las economías emergentes, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, desarrollen caminos comunes que lleven a alianzas. Insistió en que la ruptura con Occidente es definitiva. Vale la pena destacar que estos países representan 43 por ciento de la población mundial y sus economías 24 por ciento del producto bruto global.

Para que este bloque dispute el sistema hegemónico global, es necesario que explore nuevas rutas de influencia; sobre todo, países en desarrollo en Asia, África y Latinoamérica, además de resolver algunas interrogantes pendientes como el rol de Rusia, cada vez más debilitada por las sanciones o el conflicto regional histórico que sostienen India con China, el líder del bloque que pretende capitalizar esta alianza, en virtud de sus propios intereses de política exterior.

Occidente, encabezado por los miembros del G7, busca cerrar filas para mantener el status quo capitalizando 10 por ciento de la población mundial, pero su producto bruto global alcanza 46 por ciento. Con la invasión a Ucrania y la respuesta internacional en retaliación a Rusia, se ha mostrado una mayor interconexión no sólo entre los países del grupo de los siete, sino con la Unión Europea y su rama armada en la OTAN.

Como un intento para contrarrestar el poder económico chino, este grupo anunció un plan de infraestructura a emprender en países en desarrollo, con estimaciones de 600 mil millones de dólares. El problema es que no se trata de una decisión sencilla para los países que pretenden equilibrar los intereses puestos en China y Estados Unidos, y se vuelve una tarea compleja para el sector empresarial que corre riesgo de ser sometido a la presión de sanciones.

Se trata de una situación compleja que, por el momento, se limita a lo económico, su escalabilidad dependerá del balance relativo de poderes entre China y Estados Unidos, y su devenir en sus zonas de influencia, lo que podría traducirse en la reestructuración de dos bloques que conciben a un mundo cada vez más desglobalizado. Las mesas de diálogo internacionales son esenciales en la actualidad.

POR AZUL ETCHEVERRY
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@AZULETCHEVERRY

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