Seguramente, las palabras de Porfirio Muñoz Ledo resonaron fuerte en los muros de Palacio Nacional. “Debe entender Andrés Manuel López Obrador que su contubernio o alianza con el narco no es heredable, porque se entienden con el que va a llegar, ya no va a necesitar el narco del presidente”. Advirtió que ha aparecido un nuevo “rey de la selva”, el narco, porque potencia el uso del dinero de los procesos políticos. La advertencia llega a dos días de las elecciones en seis estados del país.
Aunque el presidente recurrió a los calificativos para enfrentar las declaraciones del hombre que le entregó la banda presidencial (casi lo llamó anciano y señaló la declaración como corriente y vulgar), la percepción en algunas zonas país no es muy alejada de lo declarado por Porfirio, dada la falta de acciones contra grupos del crimen organizado.
Lo señalamientos de la laxitud con la que el gobierno mexicano ha enfrentado al narcotráfico, hace eco en declaraciones recientes, tales como cambiarle el nombre al “Triángulo Dorado”, un área del norte de México entre las fronteras de los estados de Chihuahua, Sinaloa y Durango famoso por su producción de droga y por ser epicentro del control del Cártel de Sinaloa; sugirió llamarlo “Triángulo de la gente buena y de la gente trabajadora”. En este contexto, Ricardo Monreal aseguró que no hay Estado fallido, pero reconoció que la pérdida de territorio por parte de las instituciones de la nación ya tiene décadas.
Hace un año, varios indicios develaron la intervención de grupos criminales en las elecciones. Entre los políticos se hablaba veladamente del caso Sinaloa, hasta que en una entrevista con Carmen Aristegui, el priista Francisco Labastida lo abordó directamente. Al preguntarle a un candidato a la gubernatura de Durango si pensaba que lo mismo pasaría en su entidad, me contestó que no lo esperaría, porque se han dado cuenta que un eventual pacto con la delincuencia organizada les saldría muy caro a los morenistas, toda vez que el gobierno de Estados Unidos tiene en la mira lo que pasa a diario en Sinaloa.
Cualquier involucramiento sería exhibido desde el otro lado de la frontera. Sobre todo por la cantidad de dinero que los grupos están blanqueando a través del sistema financiero. El informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes alertó que los cárteles de Jalisco y Sinaloa, blanquean capitales por 25 mil millones de dólares anuales. Las remesas de mexicanos en Estados Unidos pasaron de 33 mil millones de dólares en 2018 a 51 mil millones en 2021. Una cifra llamativa con la pandemia encima y las economías al borde de la recesión.
El presidente pidió pruebas de las acusaciones en su contra. Será difícil mostrarlas, aunque se consigan, en un ambiente donde el gobierno ataca con todo a sus detractores. Solo el tiempo lo corroborará si en 2024, AMLO hereda un territorio como el que recibió Felipe Calderón en 2006. O peor.
POR CARLOS ZÚÑIGA
@carloszup
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