COLUMNA INVITADA

El lenguaje del hampa

Amanecía en la Ciudad de México, dos amigos platicaban alegremente en una de las banquetas de San Juan de Letrán

OPINIÓN

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Rubén Martínez Cisneros / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Amanecía en la Ciudad de México, dos amigos platicaban alegremente en una de las banquetas de San Juan de Letrán. Salieron del Guarachazo (Salón de baile), La Catedral del Danzón, como se le bautizó al Salón México, a su vez conocido como El Marro, ubicado en la calle de Recabado hoy Pensador Mexicano, con sus respectivas jañas (mujeres), rumbo a los caldos de Indianilla. La madrugada era fría, hacían gala del caló, lo entendían bien.

El libro El Hampa… Confidencialmente, escrito por el profesor Elgin Rod, en 1955, define caló como: “Lenguaje del bajo mundo, dialecto turbio, idioma infame y ventajosa muralla protectora de los fuera de la ley, que salvaguarda sus intereses”.

Existe otro texto semejante, Diccionario del Hampa, bajo la autoría de Ricardo Amor, en 1947, con portada de Santos Balmori: “La formación de este manual lexicológico, interpretando el lenguaje de la clase maleante ofrece, desde luego, a la gente honrada la ventaja de prevenirse contra una fechoría, pues así puede entender ciertas referencias”.

Estos libros se otorgaban a los elementos de la Policía del DF, Servicio Secreto, con la finalidad de que se familializaran y conocieran el lenguaje también conocido como Caliche o Tatacha-fu, e identificaran lo que expresaban los delincuentes.

Ambos textos contienen un apartado de los nombres de los instrumentos que usaban para hacer ciertos robos y el nombre que se aplica en caló a los delincuentes.

Silvestre Fernández, quien fuera presidente de la Unión de Detectives de la República Mexicana, afirmó que “el Diccionario del Hampa, que contiene el léxico empleado por nuestros delincuentes tiene una descripción detallada de la forma en que se ejecutan los delitos, que también se denominan con palabras ideadas por el hampa, siendo éste un capítulo que no se había tocado por los autores de nuestra literatura policial”.

Entre el vocabulario del caló contenido en los citados textos están: abogado: legulé; abusa: se manda con los quesos; abusivo: quesero; adeudo, cuenta: la sufridora; clarividente, curandero: trinca majes; alteración, falsificación: pintura: ambulancia de la Cruz Roja o Verde: sangrona; anciana: muñeca de antaño; antecedentes policiacos: cácalo; autoridad, personaje: don gárgaras, don garganta: balacera: capirotada; institución bancaria: huizache; candado: arete, y cárcel: alcancía.

Entre los instrumentos que se utilizaban para robar se encontraban:  cruceta, chorla, espada, ganzúa, gato, santo-niño, este último es una barreta, curva y metálica, que se utilizaba para romper toda clase de candados.

Hasta luego; al rayo nos miamos.

Ya se fueron, nos veremos, me voy en ese tranvía: don José, al rayo te Vigo, Pa’rivera en el canario.

POR RUBÉN MARTÍNEZ CISNEROS

COLABORADOR

MAAZ