LA VIDA SIENDO MUJERES

¡Una mamá orgullosa! Aprende a dejar volar a tus hijos

Si tu hija o hijo se graduó, te comparto las palabras que le dediqué a mi hija, a quien vi crecer y forjar sus propias alas

OPINIÓN

·
Laura Elena Gerdingh / La vida siendo mujeres / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Veo en las redes fotos de graduados por todos lados. Entiendo la melancolía de los años que no volverán, la satisfacción de los logros alcanzados, la sorpresa del paso del tiempo, pero sobretodo el orgullo de ver en quiénes se han convertido nuestros hijos. Por eso, les comparto lo que le escribí a mi hija por motivo de su graduación.

Cuando naciste, algo mágico sucedió en mi corazón. Quedó absolutamente cautivado por esa cosita hermosa que estaba en mis brazos, por quien me derretía, ósea tú. Al mirarte empezó a crecer un amor que en segundos ya no cabía en mi pecho. Me dieron ganas de cuidarte y protegerte para que nunca nada malo te sucediera. 

Ese amor y esos deseos se convirtieron en unos hilos dorados invisibles que formaron un lazo que ató mi corazón al tuyo para siempre. Cuando tomaste mi dedo sin soltarlo, apareció un hilo mas, una ternura infinita. Y cuando me miraste apareció otro hilo, tejido con una alegría indescriptible. 

En el momento en el que te vi dar tus primeros pasos apareció otro hilo, tejido con un orgullo inmenso. Y así, mágicamente cada que yo sentía algo mas por ti, aparecía un nuevo hilo en el lazo que representaba cuánto te amo y lo valiosa que eres para mi. Por un tiempo no sabíamos cuál era la función de ese lazo, pues no lo necesitamos, ya que estaba siempre cerca de ti.

Si estabas jugando por algún lugar y llegabas a un paso complicado, corría. Te decía “ten, toma mi mano, es un paso peligroso pero con mi ayuda lograrás atravesarlo”.

¿Cómo aceptar que tu hijo ya no te necesita a su lado?

El día que entraste al kínder me sentía feliz  y orgullosa, pero también angustiada y nerviosa. Sin embargo, al llegar a tu escuela, tus maestras tomaron un pedacito de ese lazo y lo guardaron con mucho cariño.

Así cuando querías ir al baño y no sabías dónde estaba y te daba nervios preguntar, cuando te caíste y te raspaste la rodilla, la vez que te peleaste con tus amigos y pasaste solita todo el recreo, el día que me extrañaste, cuando no te atrevías a pasar al frente de la clase, ellas te envolvían con el pedacito de lazo que tenían y te consolaban.

Cuando había pasado algo grave y el pedacito de lazo no alcanzaba, me llamaban. Yo corría junto a ti para decirte nuevamente: “Estas pasando por un tramo difícil en tu camino, ten toma mi mano y con mi ayuda podrás superarlo.”

De pronto me di cuenta de que algo mágico estaba pasando, desde que entraste a la escuela el lazo empezó a ser mas largo y más fuerte porque aparecieron hilos nuevos. Al salir de clases me contabas que habías hecho un nuevo amigo y había aparecido un nuevo hilo con gran brillo. 

Cuando lograste terminar un trabajo que te quedó padrísimo, la vez que pudiste ponerte de acuerdo con tu equipo, supiste exponer tus ideas y escuchar las de los demás aparecieron varios.  Cuando ayudaste a un amigo que no entendía la tarea, y abrazaste a otro que estaba triste.

Tus esfuerzos, tus logros, tu generosidad, tu solidaridad… todas tus experiencias fueron fortaleciendo el lazo. Entendí que ese lazo no me pertenece. Se va tejiendo con el amor que tú despiertas en los demás con tus sentimientos y tus acciones, con cómo te vas volviendo cada vez un mejor ser humano.  

Hoy que termina esta etapa, te harás cargo tú de llevar ese lazo para que te acompañe y así vueles muy muy alto. Por que en cada dificultad que has vencido, en cada logro que has alcanzado, por cada meta que has luchado, en cada momento que has sido solidaria y generosa, en cada situación que has sido comprometida, has utilizado ese hilo sin darte cuenta para tejer unas hermosas alas con las que hoy podrás volar a donde tu quieras. 

 

Por: Laura Elena Gerdingh

SPEAKEAR

@LGERDING