COLUMNA INVITADA

Qué es más fácil ¿Revivir a un muerto o dar nacimiento a algo nuevo?

Esta pregunta es obligada justo en estos momentos. Lo es porque involucra a los partidos políticos y al concepto de representación social

OPINIÓN

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Martha Gutiérrez / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Esta pregunta es obligada justo en estos momentos. Lo es porque involucra a los partidos políticos y al concepto de representación social, del que tanto he hablado en esta columna. Es oportuna además porque el PRI, aquel partido que en su momento significó la institución más importante de el país en términos de democracia, y que desde su inicio, cúspide y caída, ha representado lo que ninguna otra institución logró en Latinoamérica: transiciones de poder pacíficas, estables y en gobernabilidad. Contrario a lo que sucedió en el sur del continente, jamás ocurrieron dictaduras militares, o inestabilidad grave, con las consecuencias que esto conlleva. Ni siquiera, cuando se dio el asesinato del candidato del PRI en 1994.

Sin duda, existen millones de ciudadanos priístas en el país que comprenden el valor que este Instituto Político tuvo en la construcción, ante la desorganización y prevalencia de múltiples intereses, visiones cortas, y la posibilidad de establecimiento de reglas, orden y algún tipo de progreso. Es decir, no es que reconozcan simplemente al PRI como tal, sino a la existencia de una organización que ha brindado elementos para la creación de un sistema político que definiera el rumbo de la nación, con sus problemas, fundamentalmente el abuso de poder y las desviaciones que todos conocemos.

Por otra parte también es evidente, la crítica aguda y las discusiones que se dan actualmente en las colonias, barrios y mercados, y el sentimiento que se expande en todo el país, contra Presidente de la República y su partido político (porque en este caso si es un partido personalísimo), por la gran polarización que existe, y la falta de resultados de su administración, que aunque en realidad ese tipo de ciudadano es el que predomina, también hay que reconocer que no se sienten representados por el PRI, mucho menos por el PAN y el PRD en franca ruta de inexistencia.

Alejandro Moreno, Marko Cortés y Jesús Zambrano, absolutamente cegados y negando su propia realidad, hoy se constituyen como la barricada más férrea para impedir la evolución del país, ya que apuestan todas sus fichas precisamente en contra de la democracia representativa y popular, apelan por el despotismo elitista y de interés grupal, al aferrarse a sus dirigencias y evitar la reconstrucción y refundación del concepto de representación.

Los ciudadanos sin alternativa siguen votando con rencor hacia estos partidos, en las pasadas elecciones decidieron castigarlos de nuevo en 4 de 6 gubernaturas. Pese a los malos resultados y la crítica profunda de sus propios colegas de élite quienes sentados en la mesa pidieron su dimisión, ellos apuestan a que se hunda el barco con ellos a bordo, "como buenos capitanes".

Con estos elementos la pregunta es si todavía tenemos que transitar por revivir a los partidos políticos, recomponer todos sus procesos de renovación de dirigencias, pesos y contrapesos, estabilidad interior, creación de escuelas de cuadros, planes y programas, estatutos, intereses y cuotas creadas, y sobre todo la decisión de acceso al poder, o darle una opción a lo que todos vemos, sentimos y observamos, ya que es mucho mayor el deseo de los ciudadanos (ya no digamos de los partidos) de crear una nueva opción, mucho más neutra y fresca, de inicio con reglas claras, políticos profesionales, ciudadanos y universidades que puedan recuperar el concepto REPRESENTACIÓN.

La obligación desde el concepto deontológico, debería ser que estos partidos políticos, si es que conservan algún sentido de dignidad, pusieran a disposición de la sociedad sus registros, y para el 2024 recortar un poco la distancia con el partido de López Obrador, establecer las bases y prepararse para el 2030, porque de seguir por la línea actual, varios pueden desaparecer, y el Presidente terminará de coptar el sistema, los instrumentos de presión, el uso de recursos públicos para fines electorales, y sobre todo el miedo (que juega un rol fundamental) para acrecentar su poder.

Hoy es obvio que por la ruta que han tomado no existirá competencia en el 2024, porque todas las reglas, la cancha de juego y los jugadores los designará Andrés Manuel López Obrador, con la complicidad consciente o inconsciente de estos pseudo dirigentes.

No se requiere la madurez de 130 millones de mexicanos…, sólo se requiere la de tres personajes y la de su ideólogo y fuente de financiamiento Claudio X. González que como buen junior, ya no sabe que hacer ante esta debacle.

En lugar de seguir esperando revivir a uno o varios muertos, es momento de dar nacimiento a lo que la sociedad exige.

Y no es pregunta.

POR MARTHA GUTIÉRREZ
ANALISTA EN COMUNICACIÓN POLÍTICA
@MARTHAGTZ

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