‘Más rápido cae un hablador que un cojo’ y ‘como te ves me vi, como me ves te verás’. Dos refranes que Mario Delgado debería recordar en estos momentos. Si bien nadie le escatima a Morena las cuatro de seis gubernaturas obtenidas en las últimas elecciones, igual nadie considera que él, el dirigente de dicho partido, haya sido el artífice del triunfo (tampoco el priista Alejandro “Alito” Moreno, por cierto).
Menciono lo anterior porque hace un par de días Delgado compartió en Twitter: “Con todo respeto y sin ánimo de andar de metiche, me permito dar mi humilde opinión a los machuchones del PRI: Alito debe seguir. Ha ayudado mucho al crecimiento de nuestro movimiento, en ese gran dúo dinámico que ha formado con Marko Cortez y la derecha. #FuerzaAlito”.
Cierto es que la red social aquella no brilla por su empatía, pero uno esperaría que, más allá de la sorna, Delgado se dedicara a ver los problemas que arrastra Morena. Estos, que han sido señalados por varios de sus integrantes, son muchos y todo indica que van a crecer. Digo, ya sabemos que el señor Mario Delgado quiere ser candidato de este partido al gobierno de la CDMX en el 2024 (y hacer mancuerna con Marcelo Ebrard, este como abanderado para la presidencia), pero no vaya a resultar que se le cebe por andar de metiche… y de hocicón.
Así que, sin que yo quiera ser ave de mal agüero en relación a sus planes e intereses personales, más le valdría responderse si tuvo realmente una incidencia importante en los triunfos obtenidos o si más bien —como yo pienso— la fuerza y la estrategia emanó de López Obrador, siendo Delgado una simple marioneta del primer mandatario.
Independientemente de lo anterior, Delgado no es ni chistoso ni original. Su comentario (que retomé arriba sobre estas líneas), no fue más que una burda copia de lo dicho por AMLO en una de sus mañaneras. Específicamente en la conferencia de prensa en la que se burló de Alito y de la oposición.
Ahora bien, dado que el tabasqueño quiere traer las Olimpiadas a México, valdría la pena preguntarle a él y al dirigente de Morena si conocen aquello de “sanas competencias”. Estas suponen, una vez terminadas, dejar las cosas en los mejores términos con los otros competidores, sobre todo los que uno ha derrotado. Es curioso, ese espíritu de triunfador no se percibe en las palabras ni de Delgado ni de López Obrador. Por algo será.
Valdría la pena (“con todo respeto” y “sin ser metiche”), recordarles a las cabezas de Morena y del país que más del 50% de los hoy militantes de Morena provienen (junto con todos sus vicios) del PRI. Así que quizá mofarse del Tricolor no sea otra cosa que su anhelo por terminar de consumar la alianza PRIMOR.
Y es que ni a Delgado ni a su mentor se les acusa de tontos; Alito, después de todo, es elemento perfecto para golpear a la alianza opositora. Si esta no defiende a Moreno, la crítica reside en que no lo hacen; si lo defienden, se afirma que PAN y PRD están cortados con la misma tijera de corrupción… En todo caso, eso no exime a AMLO y a Delgado de entender que los partidos no deben ser de una persona o de un individuo; y aunque el tabasqueño clama que se debe seguir al pueblo, pareciera que en Regeneración Nacional la única razón a escuchar es lo dictado por él mismo.
México es hoy una fosa clandestina de miles de desaparecidos y más de 123 mil muertos de forma violenta (y contando), pero la prioridad del púlpito mañanero y de su corifeo en Morena es mofarse de Alejandro Moreno. Quienes debieran estar interesados en la conducción del país prefieren hacer un público escarnio de un opositor en desgracia.
POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
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MAAZ