EL DON DE LA FE

La Virgen Salus Populi Romani

El sagrado ícono presenta a la Virgen Madre de Dios ataviada con túnica de color púrpura y cubierta por un omophorion azul oscuro con filetata dorada y una gran cruz al centro

OPINIÓN

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Roberto O'Farrill Corona / El don de la fe / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El ícono mariano de la Salus Populi Romani, atribuido al evangelista San Lucas, es el centro de la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, y el fin para el que fue edificada. Durante siglos estuvo en el altar mayor hasta que el papa Pablo V (1605-1621) edificó la Capilla Borghese o Capilla Paulina, en la que reposa su cuerpo, para entronizar sobre el altar mayor el ícono de la Santa Patrona de la Urbe.

Escrito sobre un tablón de madera de cedro de 117 por 79 centímetros, con marco de bronce incrustado por amatistas, el sagrado ícono presenta a la Virgen Madre de Dios ataviada con túnica de color púrpura y cubierta por un omophorion azul oscuro con filetata dorada y una gran cruz al centro. 

Ella no mira al espectador, pues dirige su mirada al horizonte, hacia el pueblo de Dios. Su mano derecha, que porta el anillo de sus desposorios con San José, y que muestra con tres de sus dedos la trinidad santa de Dios y con los otros dos hace mención a las naturalezas divina y humana de su tierno Niño, está posada elegantemente sobre su mano izquierda en la que sostiene un fino pañuelo de color azul cielo.

El Niño Jesús, descansando sobre el brazo izquierdo de su madre, con su manita derecha extendida hacia el frente anuncia, uniendo sus deditos pulgar y anular, que habrá de resucitar al tercer día. 

Ataviado con una túnica que en su color dorado alude a su divinidad, dirige confiado su mirada hacia su madre sosteniendo con su mano izquierda las Sagradas Escrituras.

La Virgen Salus populi Romani ha obtenido varios milagros para su ciudad y para los romanos, como el fin de la peste del año 590 cuando el papa San Gregorio Magno convocó a una jornada de oración con el sagrado ícono en solemne procesión por las calles de Roma hasta que vio al arcángel San Miguel, enviado por la Virgen María, sobrevolar la ciudad y posarse sobre el antiguo mausoleo del emperador Adriano envainando la espada en señal de haber puesto fin a la peste. 

La victoria en la batalla de Lepanto por la que imploró el papa San Pío V orando ante el sagrado ícono en 1571; y el fin de la epidemia de cólera de 1837 en atención a los ruegos del papa Gregorio XVI. 

El 27 de marzo de 2020 el ícono fue trasladado a la plaza de San Pedro para estar presente en la bendición Urbi et orbi con motivo de la pandemia por coronavirus.

El papa Gregorio XVI coronó el venerado ícono en 1838, el papa Pío XII lo volvió a coronar en 1954, y en 2018 fue restaurado por el laboratorio de los Museos Vaticanos.

POR ROBERTO O’FARRIL CORONA

MAAZ