TRANSPARENCIA 5.0

Protección de datos personales en el entorno digital

Las personas son libres de determinar qué tanto se conoce de ellas

OPINIÓN

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Julio César Bonilla Gutiérrez / Transparencia 5.0 / Opinión El Heraldo de México
Julio César Bonilla Gutiérrez / Transparencia 5.0 / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

La autodeterminación informativa es un derecho humano de todas las personas que implica tener el control sobre lo que se conoce y se comparte de uno por parte de cualquier tercero, público o privado. En virtud de este derecho, la persona posee la libre decisión y disposición sobre sus datos personales y decide qué es lo que otros pueden saber sobre él o ella. Las limitaciones a este derecho a la autodeterminación informativa solo son admisibles en el marco de un interés general superior y con base en la propia Constitución.

La protección de nuestros datos personales y así, de nuestra intimidad, no solo opera como delimitador de un ámbito de no interferencia, pues hoy en día, con el procesamiento de los datos personales a través de arquitecturas informáticas que utilizan análisis de macrodatos e inteligencias artificiales, el derecho a la intimidad adquiere perfiles nuevos y distintos en un mundo hipermediatizado. La invasión de la vida privada de las personas, actual o potencial, por parte de agentes sociales, públicos o privados, así como la colisión de este derecho con otro, igualmente importante en una sociedad democrática, como lo es el derecho a la información, lo sitúa como un derecho ejercitable activamente.

Sin embargo, se presenta un problema respecto de las y los menores y adolescentes por lo que hace al efectivo otorgamiento de su válido consentimiento, requerido para el tratamiento de sus datos y la protección de su intimidad. La oferta de servicios, redes y plataformas de Internet dirigidas a menores es inmensa.

Lo más común es que hoy niñas, niños y jóvenes acceden al espacio digital y a las redes sociales más populares. La pandemia, de hecho, les ha obligado a ello en el tema educativo y su interacción con los demás, pasa muchas veces por los medios digitales. De acuerdo con la UNICEF, uno de cada tres niños es internauta, uno de cada tres internautas es menor de edad y cada día se conectan por primera vez a internet aproximadamente 170,000 menores. Estos nativos digitales han crecido con un uso de internet consolidado.

Sin embargo, las y los menores, no necesariamente tienen plena conciencia de las consecuencias de hecho y de derecho que ello conlleva; pues, raramente saben que están consintiendo el tratamiento automatizado de sus datos personales más íntimos, como sus imágenes, comentarios, ubicaciones y otros tantos que quedan almacenados en las bases de datos de la red social y al alcance de muchas personas que pueden utilizar sus datos con fines lícitos o ilícitos, incluyendo conductas que pueden ser calificadas de delito en los casos más graves.

Para comprender el problema, debemos entender, primeramente, que Internet no fue diseñado originalmente para las y los menores y que las redes sociales en las que conviven e interactúan son servicios que se prestan a través de dicha red y que posibilitan a sus usuarios crear un perfil público en el que suben datos personales e información, contando con herramientas que permiten interactuar con el resto de los usuarios, sean afines o no al perfil creado.

En esa misma medida, es preciso entender que el problema de la seguridad de los menores en internet no solo es una cuestión de normas. Atenderlo, requiere de la confluencia de reguladores, psicólogos, pedagogos, madres y padres de familia, instancias de procuración y administración de justicia, especialistas en tecnologías y de los propios menores para poder crear los ambientes y ecosistemas seguros necesarios, para que las y los niños y adolescentes puedan beneficiarse del inmenso potencial que les ofrecen las tecnologías, pero con un mínimo de riesgos para ellos y sus derechos.

Finalmente, me parece que no podemos ignorar o menospreciar la importancia decisiva de la actuación de las y los niños y jóvenes en todos los ámbitos de cualquier sociedad desarrollada o que busque serlo. Esto incluye considerar sus facetas de comunicación e interrelación a través de internet. Al Estado y a los adultos nos toca dejar atrás el adultocentrismo en el diseño de soluciones y educar en privacidad a los niños y jóvenes para que sean cada vez más conscientes de las implicaciones que tiene su actividad digital.

   

Por Mtro. Julio César Bonilla Gutiérrez, Comisionado Ciudadano del INFO CDMX

twitter: @JulioCBonillaG