MALOS MODOS

El Tren Maya y el escándalo que viene

No terminábamos de procesar el golpe maestro del aeropuerto cuando ya estamos todos sobre el siguiente proyectazo

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de México
Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El presidente López Obrador, ese finísimo estratega, esa versión tabasqueña de los mandamases florentinos del Renacimiento, ese Maquiavelo de Tepetitán, siempre tiene un as bajo la manga. Sí. Ese maestro de la distracción, ese Picasso de la cortina de humo, trae desesperados a los conservadores, porque no acaba de engatusarlos con una cuando ya está con la siguiente. Vean lo de la última semana. No terminábamos de procesar el golpe maestro del aeropuerto cuando ya estamos todos sobre el siguiente proyectazo: el Tren Maya.

Entiendo que todo apuntaría a que el escándalo no lo detonó el presidente, sino un grupo de ciudadanos, algunos bastante conocidos, que publicó un video crítico que ha puesto muy exaltada a la comentocracia chaira. Pero no se equivoquen: la mente maestra detrás del escándalo es el Tlatoani, supremo titiritero de la discusión pública. El procedimiento es siempre el mismo. Sin estudio alguno, a golpes de inspiración, con la más arraigada de las fobias a cualquier cosa que tenga una pátina de buena factura y/o elegancia, con indiferencia de blindaje soviético a lo que signifique en dineros públicos, dispones que se eleve un verdadero prodigio de chapucería en el terreno que quieran: la salud pública con el Insabi, la refinación con Dos Bocas, o el Felipe Ángeles, que puede funcionar o no, ya lo comprobaremos, siempre que cumpla con requisito: verse como un bloqueo de la CNTE.

¿Que el escándalo del aeropuerto y sus fritangas se difumina y empezamos a centrar la atención en los problemas reales que arrastra, como las truculencias con las asignaciones directas o las intimidaciones a las aerolíneas? Pues te salva el tren, que apunta a dejar lo del AIFA como un juego de niños. Digo, ya sabemos que los costos se dispararon; que tus operadores anduvieron haciendo cosas medio locochonas con el dinero; que lo del trazado de vías es un work in progress que puede costarte otra podadera de árboles; que el golpe al medio ambiente sería brutal incluso si esto tuviera visos de planeación; o que los de tu gobierno andan viendo cómo se saltan a la torera a las comunidades indígenas que rechazan esa veleidad neo portillista. No importa. En “tiempo récord”, inauguras 400 metros de vías y una estación con anafres, pones a una señora a vender tamales de chipilín por joder, das las gracias al ejército y a lo que sigue.

¿Qué sigue? Hagan sus apuestas. Para eso está el dinero público. Para, digamos, hacer una Planta Nuclear del Bienestar; poner una botarga en la entrada de un personaje que se llamará, por ejemplo, Atomín; encargarle el changarro al lic Bartlett; acusarnos de clasistas porque nos angustian las fugas de ese líquido verde, y a por unas tlayudas a Palacio Nacional, mientras craneas tu siguiente legado al pueblo de México. 

La mejor chamba del mundo.     

POR JULIO PATÁN
COLUMNISTA
@JULIOPATAN09

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