Tenemos un país sujeto a la ley de la inmoralidad y de las presiones. Donde la norma ha dejado de ejercerse o se usa como zanahoria y garrote de la 4T. Un país donde un hombre puede presionar, amenazar, extorsionar al mismísimo presidente, aprovechándose de esa inmoralidad gubernamental. Ese hombre es el fiscal general de la República.
Les dije que AMLO lo iba a respaldar. Así lo comenté antes de que estallara el escándalo de las conversaciones grabadas de Gertz, y lo que hemos visto estos pasados días rubrica lo dicho (https://www.sdpnoticias.com/opinion/gertz-tiene-en-su-poder-a-lopez-obrador/ ).
La razón de la defensa incomprensible de López Obrador a lo dicho por Gertz Manero solo se puede entender porque el tabasqueño está siendo intimidado por el fiscal general. Eso es lo que explica el irresponsable dicho de AMLO que competía al poder judicial: apoyar que el fiscal hablara mal de los ministros; que él mismo no tenía una buena opinión de ellos…
El ponerse del lado de Gertz Manero no fue únicamente para humillar a Arturo Zaldívar (una vez más). Se debe a que el primer mandatario no puede moverse sino como lo tiene señalado el fiscal.
No miente López Obrador al decir que si tumban a Gertz descarrilan a su gobierno; lo que no dice es con qué lo amenaza.
Algunos se preguntan cuál es la fuerza del titular de la FGR. Pues parte de ello es mantener el caso de Pío López Obrador abierto. Ni archivarlo ni procesarlo sirve de presión. El miedo es tal que el mismo Pío solicita se apresure el trámite; se ha vuelto una moneda de cambio ahora que exhibieron al fiscal.
Pero hay más investigaciones y espionajes —sí, el verdadero espionaje se realiza entre los propios miembros del régimen— que dejan muy mal parados a los más cercanos lopezobradoristas. Por eso ayer tuvimos dos nuevas joyas que agregar a la inmoralidad que ya se ha vuelto la Cuarta Transformación. El fiscal extorsionador diciendo: “estoy ante una verdadera extorsión mediática criminal” y el primer mandatario apoyándolo: “Gertz Manero se puede mantener en el cargo”. Aquí no pasa nada.
Es tanto lo que develaría Gertz Manero que, ante la prueba fehaciente de su intromisión, de su tráfico de influencias, de la operación ilegal con los ministros de la Suprema Corte y de las investigaciones de la UIF (o sea del propio ejecutivo federal) por lavado de cientos de millones de pesos, López Obrador prefiere callar que retirarle la confianza al fiscal, así sea solo de palabra. La presentación de Gertz Manero ante el Senado —si ocurre y que sería frente a la JUCOPO y la Comisión de Justicia del Senado, no el pleno de la cámara alta— será una farsa. Encubrimiento total de unos a otro, y darnos cuenta que quienes dijeron representarnos solo son leales a un hombre.
Mientras Gertz siga guardando silencio de todo lo que sabe, podrá seguir en el cargo sin despeinarse. Ni siquiera presentará su renuncia —ya lo dijo— tras la revelación de las grabaciones donde se ufana de tener a su merced a tres o cuatro ministros.
Tenemos a 30 millones de personas arrodilladas ante un pusilánime. Y este, postrado frente a quien ha hecho de la Fiscalía la herramienta de protección de sus intereses. López Obrador no tiene cómo explicarle al país —uno que él mismo dividió— que, ante el consenso nacional de remover a Gertz de la Fiscalía, no puede hacerlo por todo lo que este le conoce. AMLO, que no es ninguna blanca paloma, seguirá defendiendo al fiscal general, aunque el país y el Estado de derecho terminen por perderse en el camino.
POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
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MAAZ