MALOS MODOS

El sexenio del miedo

El camino a Utopía es accidentado. No hay duda: al final, nuestro presidente va a llevarnos de la mano a la felicidad

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de México
Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El camino a Utopía es accidentado. No hay duda: al final, nuestro presidente va a llevarnos de la mano a la felicidad. Mientras, hay que pagar un precio, que es el de vivir de susto en susto, según las cosas terminan de ajustarse. Sí: estamos en el sexenio del miedo.

Piensa en las muchas posibilidades del espanto que te rodean. Supón que eres una ciudadana mexicana de vacaciones en Panamá y que necesitas, con urgencia, ayuda de tu embajada. En el Uber, te tranquilizas diciéndote que todo va a estar bien, que rechazaron a Salmerón, así que nadie te va a mamacear, y que el servicio exterior mexicano tiene una tradición de excelencia; que estarás en buenas manos. Te recibe la embajadora con un disfraz de Coatlicue, descalza, subiendo y bajando las escaleras obsesivamente. Ahí es cuando lamentas no haber tramitado ese pasaporte nicaragüense.

Pero no es solo el servicio exterior. Llegas tempranito a la primaria, dormido y con el licuado a medio digerir. Cuando la clase lleva 20 minutos, te despiertan dos sujetos malencarados que arrastran al maestro afuera del salón mientras uno le grita: “Te estás haciendo pendejo con la cuota de la secretaria, ¿verdad?”

Para no hablar del “sector salud”. Entras a la clínica con tos, dolor de pecho y moco flojo. Fuiste prudente: a la cubana, llevas tus sábanas, aparte de paracetamol, mascarillas, agua y comida para dos días. Cinco horas después, pasas con una enfermera que te dice: “Suertudote. Vino de visita el secretario, y le tocó que lo atienda personalmente. Virginia: dice el doctor Alcocer que vayas por el vaporrú. Y de una vez tráete la Ivermectina, amiga”. Aprovechas el apagón para escapar.

Ni en los terrenos de la cultura puedes bajar la guardia. Te invitan a una lectura a Oaxtepec. Aceptas, sin saber que los 900 pesos te los van a pagar a mediados de 2024, con libros de Marx Arriaga. Te despides de tus compañeros de cuarto, un cuentacuentos de Nayarit y un poeta de la CNTE que viene de los bloqueos a las vías del tren, y cuando llegas al pabellón Kim Il-sung descubres que hay un retraso de dos horas, y que para entretenerte, aparte de las canciones de Silvio Rodríguez por la Orquesta del 17 Batallón de Infantería, hay un video con el presidente, desorbitado, recitando “Cananea, Cananea…”, luego de explicarte que Carlos Pellicer era tabasqueño.

Sin mencionar esta posibilidad: llegas a casa de la chamba, luchas contra la tentación de un whisky y entonces oyes en las noticias: “López Obrador anunció que le encomendará a la secretaria de Energía que se responsabilice personalmente de la planta nuclear de Laguna Verde”.

Es entonces cuando, mientras te tomas el whisky directamente de la botella, agarras el teléfono y le dices a esa voz angustiada que te responde: “Pase lo que pase, no regreses de Panamá. Voy para allá”.

POR JULIO PATÁN

COLUMNISTA

@JULIOPATAN09

MAAZ