El conflicto desatado por la disputa geo-política entre Rusia y Ucrania, sacó de la agenda mexicana temas importantes como el de la Casa “del bienestar” de José Ramón López Beltrán; la “pausa diplomática con España”; y los alegatos sobre el inminente proceso de revocación de mandato.
La guerra tiene acaparada la atención de los medios de comunicación, lo que coyunturalmente da un respiro a la escalda de conflictos internos que padecía la Presidencia.
Y no le falta razón a la lógica mediática, hay que recordar que, en el siglo pasado, durante la crisis de los misiles en Cuba, en el peor momento de la guerra fría, las repercusiones alcanzaron a todo el norte de nuestro país. El temor de que un misil detonara en Arizona afectaría gran parte de Sonora, de la misma manera que uno lanzado contra San Antonio en Texas, tendrían repercusiones catastróficas en Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila.
En esta ocasión, las nuevas tecnologías de la guerra hacen aún más complicada la vecindad de México con Estados Unidos. Tres mil kilómetros de frontera con EU, nos convierten un blanco colateral de los presumibles ataques rusos.
Lo declarado por el canciller Marcelo Ebrard apunta exactamente hacía una previsión de los posibles daños colaterales que podríamos sufrir por lo que condenó la “invasión”.
“Demandamos que cesen las operaciones militares por parte de la Federación Rusa en territorio de Ucrania, que se respete su integridad territorial y que se proteja a su población civil”, dijo el secretario de Relaciones Exteriores.
En un mensaje que publicó en sus redes sociales, el canciller recordó que México sufrió dos invasiones por parte de Francia y dos invasiones por parte de Estados Unidos, por lo que por historia, tradición y por nuestra formación como nación, tenemos que condenar energéticamente la invasión y demandar el cese de las operaciones militares por parte de Rusia y propiciar la búsqueda de una solución por la vía de la diplomacia, aseguró el canciller mexicano.
Esperemos así sea e independientemente de ello, los problemas internos de los mexicanos no terminen en el cajón del olvido y la impunidad.
POR JOSÉ LUIS CAMACHO ACEVEDO
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MAAZ