El pasado lunes 28, El Heraldo de México publicó un desplegado con la frase que titula este artículo. El encabezado, que hablaba por sí solo, transmitía indignación. Al terminar de leer su contenido —por lo que a mí respecta—, los firmantes se quedaron cortos. Me sumo al ¡Ni MADRES!, pero también al ¡ni Padres!, porque ellos de la misma manera tienen derecho a la protesta. Si en algo estamos dispuestos padres y madres de familia es a defender con uñas y dientes a nuestros hijos.
¡Con ellos no se metan!
Resulta que la bancada de Morena en la Cámara de Diputados ha presentado un paquete de 50 iniciativas que, bajo el título de ”Igualdad Sustantiva y Género”, pretende reformar la Constitución atentando contra la integridad y la inocencia de los niños. No conformes con tolerar los escándalos públicos de su bancada transgénero, pretenden hacer partícipe a la sociedad de sus conductas degeneradas, y de sus excesos, por aquello de que: “el borracho no está contento hasta lograr que los demás se emborrachen con él”.
Las mencionadas reformas, además de romper con los cimientos del orden jurídico constitucional, contradicen tratados internacionales y desconocen la realidad biológica del ser humano para imponer la ideología de género. Esto, con el fin de absolver conductas depravadas —que han existido siempre—, con la diferencia que antes, lejos de aprobarse, se colocaban en su justa dimensión.
Conocemos el significado de las frases ambiguas y lo que esconden detrás. Sabemos perfectamente que, derechos sexuales y reproductivos reconoce el aborto en todas sus formas, que educación sexual integral libre de prejuicios y estereotipos fomenta perversiones sexuales en los niños desde la más temprana edad, por encima de la autoridad y el derecho de sus padres; que igualdad sustantiva y género desconoce la realidad biológica del ser humano para imponer una visión ideológica; con frases tan falsas como autonomía reproductiva o libre desarrollo de la personalidad, se promueven conductas al margen de todo comportamiento ético o moral.
Todos sabemos que existen actitudes verdaderas y, por tanto, buenas, que son consecuentes con el mensaje que nos transmite el universo. Del mismo modo, existen comportamientos falsos que atentan contra la naturaleza y el equilibrio del cosmos en el que vivimos inmersos. La tentación del hombre de hoy y del hombre de siempre es manipular su propia naturaleza, desconocer el orden preestablecido que le exige su condición de creatura, optar por autodeterminarse en la vida, en la muerte o en la sexualidad, en función de sus propios intereses o deseos.
Los padres y madres de familia defendemos la supervivencia de las libertades y, para esto, hay que retomar el camino hacia valores fundamentales de la existencia humana. Valores evidentes e intocables como es el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus creencias y convicciones. Sé que les asusta la palabra moral, sólo que la libertad sin fundamento ético se vuelve anárquica y conduce al totalitarismo. No cabe duda de que el paquete de iniciativas presentado por Morena es una manifestación más del espíritu totalitario de su partido. Pero éste no va solamente contra las libertades, atenta también contra la identidad e historia del pueblo mexicano que ha encontrado en la fe cristiana los valores que lo sostiene. Si no es así, les invito a echar una mirada a las carreteras que en las próximas semanas abarrotarán los caminos que conducen a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe.
Esta vez, sí que se pasaron los diputados de Morena. Su postura es absurda, sus postulados autodestructivos. El Estado no es creador de valores, no puede imponer a nadie ideologías para sustituir principios éticos o religiosos. Desconocer el papel rector de la ética y su eficacia en la conducta humana, es negar la dignidad, se sea creyente, o no.
Paz Fernández Cueto
Colaboradora
MAAZ