DESDE AFUERA

Perú: el problema es sistémico

Castillo fue un mal jugador que perdió en un partido donde tenía todo en contra, es víctima del sistema, pero está lejos de ser un mártir democrático

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Las manifestaciones que sacuden Perú son menos en favor del destituido Pedro Castillo que en protesta contra un sistema en crisis que hoy lleva al sexto Presidente –Dina Boluarte–, desde 2018.

Las protestas, bloqueos y choques con la Policía se realizan en nombre de Castillo, pero son más bien una nueva señal de los problemas sistémicos del país y probablemente se repetirán una y otra vez. 

Sí, está la destitución de un Presidente inepto, políticamente débil y acusado de corrupto, que abandonado por Perú Libre, el partido que lo llevó al poder, aislado y sujeto por tercera vez de un proceso de "vacancia" –destitución– no vio otra salida que tratar de disolver a un Congreso fragmentado, impopular, pero infinitamente más poderoso que el Ejecutivo.

Sin embargo, esa es la estructura actual de poder. Un retorno de Castillo a la jefatura del Estado como en alguna medida promueven los gobiernos de Argentina, Bolivia, Colombia y México, no resolvería el problema: el exmandatario seguiría aislado y políticamente débil. 

Castillo, un líder magisterial que en 2021 aprovechó la fragmentación del aparato político, reflejada en la postulación de más de 20 candidatos presidenciales, se alió con el partido Perú Libre, de izquierda, y superó en primera vuelta a competidores que han sido definidos como desorientados, de un centro "devaluado y dividido".

El expresidente tuvo poco más de 19 por ciento de los votos en la primera vuelta electoral y quedó como única alternativa respecto a Keiko Fujimori, hija del autoritario presidente de los 90, Alberto Fujimori y tal vez más temida que él.

"Castillo era un candidato débil que podía perder con cualquier otro rival, salvo con Keiko Fujimori, y eso fue lo que finalmente terminó ocurriendo. En el balotaje, fue capaz de canalizar a su favor el numeroso, heterogéneo y huérfano voto antifujimorista. Gracias a él se impuso a la hija del dictador por menos de 50 mil votos", señalan Carlos Malamud y Rogelio Núñez Castellano, en un análisis del Real Instituto Elcano, de España.

En ese marco, el triunfo de Castillo difícilmente puede ser considerado un mandato. El Congreso unicameral, de 130 diputados tiene 13 partidos y seis legisladores independientes.

La relación entre Castillo y el Congreso fue conflictiva desde un inicio, como lo muestra la constante rotación de ministros a lo largo de los 15 meses que duró el régimen. La eventual remoción del mandatario era vista como una cuestión de tiempo.

En un artículo publicado a fines de noviembre, el politólogo peruano Fernando Tuesta Capdevila apuntaba que el sistema político se encontraba en una crisis por el desequilibrio de poderes, y que ante el poderío del legislativo no dejaba al Presidente más salida que buscar la disolución del Congreso.

Castillo fue un mal jugador que perdió en un partido donde tenía todo en contra, es una víctima del sistema, pero está lejos de ser un mártir democrático. 

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1

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