DEFINICIONES

¿Sí o no a la Reforma Electoral?

Los partidos y no pocos integrantes del consejo del INE han salido en “defensa” del Instituto, pero sus argumentos poco conectan con la mayoría de los ciudadanos

OPINIÓN

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Manuel López San Martín / Definiciones / Opinión El Heraldo de México
Manuel López San Martín / Definiciones / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

No sé si este sea el mejor momento para meterle mano a la legislación electoral. No sé, si quiera, si haya un “mejor” momento para hacerlo. Pero sí creo que las normas electorales, diseñadas por la clase política, favorecen a los políticos y no a los ciudadanos.

La partidocracia se enreda en la bandera de la defensa del INE para oponerse a una reforma, cuando lo que realmente parecen defender son sus privilegios, su poder y su dinero. Y no, no es que la propuesta electoral del presidente López Obrador sea perfecta –está lejos de serla-, pero el estatus quo actual no debería ser defendible por quienes creemos que la democracia debe estar más allá de los intereses de grupos políticos.

Los partidos y no pocos integrantes del consejo del INE han salido en “defensa” del Instituto, pero sus argumentos poco conectan con la mayoría de los ciudadanos. “El INE no se toca”, es la consigna. La repiten como mantra. ¿Por qué “no se toca”?, pregunto, si la mayoría de los ciudadanos quiere cambios profundos en la institución. Y ojo, eso nada tiene que ver con entregarle a un jugador –AMLO y su partido- el control del árbitro, sino con realmente volver cercano al Instituto.

La propia encuesta elaborada hace un par de meses por el INE, cuyos resultados se hicieron públicos apenas la semana pasada, es contundente: 93% de los ciudadanos quiere menos dinero a los partidos políticos; 87% menos diputados y senadores; 74% menos recursos al INE; 78% quiere participar en la selección de consejeros y magistrados electorales; 68% apoya el voto electrónico, que disminuiría el costo de las elecciones.

Si los partidos y los consejeros electorales en serio quieren ponerse del lado de los mexicanos, ¿por qué no comenzar por escucharlos? De otra forma, parece que solo utilizan los términos “ciudadanos”, “autónomo” e “independiente” para defender lo que consideran suyo.

La Ley electoral actual es un vericueto de sinsentidos: demasiado enredada, acota las libertades, premia la trampa y, por si fuera poco, es muy costosa.

Debemos ir a una legislación con menos reglas, pero que sí se cumplan; una legislación con cosas básicas, pero claras. Al menos, cuatro:

1) Reducción del financiamiento público a los partidos. ¿Por qué los vamos a seguir manteniendo usted y yo con nuestro dinero?

2) Apostar por el voto electrónico y simplificar el derecho a votar (más tecnología, menos gastos operativos: boletas, mamparas, papelería electoral…).

3) Redefinir la manera en que se reparten los espacios en el consejo general del INE y el Tribunal Electoral. Hoy el reparto es por cuotas; tantos legisladores tienes, tantos asientos te corresponden.

4) Terminar con la spotiza. Los ciudadanos recibimos un bombardeo de spots huecos en tiempos electorales.

¿Quiénes no estarán de acuerdo con alguno de esos cuatro puntos? Quienes se benefician o viven del dineral que nos cuesta “la democracia” (más de 24 mil millones de pesos anuales), quienes se sienten dueños de las instituciones y se alimentan de un presupuesto que manejan a manos llenas.

Sí se necesita una reforma, pero no una que lleve dedicatoria ni tenga como eje la venganza contra personas o instituciones, sino que ponga en el centro a los ciudadanos, no al árbitro, mucho menos a los partidos y sus intereses.