TRES EN RAYA

La cabeza, el tronco, la pierna y el juego del ahorcado

Un sangriento y silencioso clamor de que los abrazos no han funcionado; los balazos continúan cercenando vidas

OPINIÓN

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Verónica Malo Guzmán / Tres en Raya / Opinión El Heraldo de México
Verónica Malo Guzmán / Tres en Raya / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

‘Por una cabeza’. No hablo ni del juego ni del tango, sino de la realidad en la que se ha convertido México. Un vertedero de cuerpos y sus partes. Un cementerio al aire libre. Un sangriento y silencioso clamor de que los abrazos no han funcionado; los balazos continúan cercenando vidas.

A mediados de octubre se encontró a una jauría de perros devorando el tronco del cuerpo de un hombre en la ciudad de Celaya, Guanajuato. Luego, la semana pasada una de las imágenes más dantescas fue capturada en video: un perro llevando en sus fauces la cabeza de un ser humano. No en el campo; en las calles del poblado Monte Escobedo, Zacatecas; comunidad que no se sabe si abandonada o solo con las puertas tornadas para no encarar la tragedia o no convertirse toda esta en una. Esta semana corrió el rumor —quedó en eso, pues la noticia resultó ser falsa— de que otro perro, ahora en Irapuato, Guanajuato, salió de un predio tan campante con una pierna humana. Lo que sí es cierto es que por esos días se halló una fosa clandestina en una finca ubicada en esa localidad, donde hasta ahora se han encontrado 53 bolsas con restos humanos.

Contemos también los cuerpos de ahorcados que han aparecido en diversas regiones del país y, sí, la exhibición de cabezas humanas como advertencia de entrar en liza con el grupo delictivo que tiene tomado determinado paraje.

Parecieran hechos aislados, en realidad se conectan para esbozar la situación que enfrenta nuestra patria. De los ocho estados con mayor número de asesinados en octubre, cinco morenistas y tres de oposición. Con lo que, contrario a lo que pregona el secretario de Gobernación, no sirve que el gobierno federal culpe a la oposición (y, para el caso, tampoco al revés).

Hay una falta de coordinación brutal entre autoridades y esta es aprovechada por el crimen organizado. El ejército haciendo patrullajes en las calles no está dando resultados, mientras que la falta de mejora de las policías municipales y otras fuerzas del orden de naturaleza civil solo augura que la tragedia se prolongará durante muchos años más.

En lo que va del sexenio la tendencia de homicidios no se ha reducido; prácticamente vivimos la perduración de los números del 2018, que es muy distinto. Este mes que concluyó se convirtió en el más sangriento del año, contando más de 2 mil homicidios (2,481 víctimas), superando el pico registrado en mayo. Un promedio diario de 80 vidas terminadas de modo violento; la última semana de octubre fue la más violenta, con 695 asesinatos en el país. Entre enero y septiembre de este año, 627 menores de edad fueron asesinados; un incremento de cerca del 7% con respecto al mismo periodo del año anterior.

Más cabezas y extremidades aparecerán. Muertos que son más que una cifra. Un grito de lo errado de la estrategia de combate a la inseguridad —ya no se diga de los dogmas de gobierno—; esa que no permite respetar vidas ni honrar sus restos.

Relato lo anterior para preguntar: ¿Qué tiene que pasar para que el gobierno federal modifique su estrategia contra la violencia y la inseguridad? No es necesario que Andrés Manuel López Obrador diga que la cambió. Si quiere, en público, puede seguir con el mismo estribillo de que no modifica la política de seguridad, pero más allá del discurso, el micrófono y la mañanera, en los hechos sí cambiar la política de seguridad diametralmente (nuevamente…).

Una que ahora sí privilegie la aplicación del Estado de derecho y respete la independencia del sistema judicial. Que se caracterice por tener una autoridad que no realice ella misma actos ilegales. Ilegalidades normativas y programáticas cometidas por el gobierno, empezando por la cabeza del ejecutivo federal.

Sabemos que la “cero impunidad”, o el “barrido de las escaleras de arriba hacia abajo” son tan solo frases que AMLO ha vendido bien pero que no se han llevado a cabo. Así, de membrete y frase hueca, la intención no vale nada. De hecho, favorece a la inseguridad, a la criminalidad, a la corrupción, a la violencia.

Mientras el país continúe desmembrado, los perros y el crimen organizado arrastrando su botín, los niveles de violencia terminarán incluso por volverse contra los gobernantes. Como en el juego de la horca, la 4T y su líder moral acabarán colgados.

POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM
@MALOGUZMANVERO

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