El pasado domingo 13 marchamos cientos de miles de mexicanos en más de 50 ciudades del país. Contentos, entusiasmados, unidos, en torno a un objetivo claro, la defensa del Instituto Nacional Electoral (INE).
Fue una marcha auténticamente ciudadana, que conjugó a hombres y mujeres de todos los estratos sociales, todos los partidos de oposición y todas las edades.
Encontramos a personas que hacía tiempo que no veíamos, saludamos a desconocidos en franca camaradería, nos acompañamos, gritamos y cantamos juntos, llegamos y salimos esperanzados. Hay ciudadanía, hay civismo, hay futuro.
Entre los marchantes hubo quienes querían enviar un mensaje al PRI. Otros buscaban que los partidos políticos asumieran su responsabilidad.
Unos más, que el Presidente escuchara el clamor popular. Pero todos exigimos respeto al árbitro electoral.
Los que marchamos no queríamos quedar bien con nadie, ni que nos viera el jefe, o el líder sindical, ni fuimos a pasar lista con el superior. Mucho menos acudimos a recibir una “recompensa” o una torta al terminar la marcha.
Muchos consideramos que el INE debe ser sujeto de modificaciones en su estructura y en su gasto. Algunos más tienen ideas sobre la forma de elección de los consejeros. Hay quienes proponen que el Congreso debe reducirse. Existen infinidad de propuestas sobre la forma de hacer nuestra democracia más transparente, menos cara, más confiable.
Pero todos estamos convencidos de que #ElIneNoSeToca es la mejor fórmula para enfrentar los procesos de 2024. Los tiempos electorales se han adelantado, los aspirantes están ya conformando equipos de apoyo. No es conveniente cambiar ahora las reglas del juego, y menos cuando las que tenemos han funcionado adecuadamente.
Una vez pasada la marcha, el Presidente anunció que él también marchará. Y junto a él, “el pueblo bueno” (¿el que marchó el 13 no es bueno?). Había anunciado un informe —uno más— por el aniversario de su toma de posesión, el 1 de diciembre, y una manifestación en el Zócalo.
Luego, dijo que mejor el 27, y que adelantaba su informe, y después, que “la gente quiere marchar”, y que entonces caminaría encabezando la marcha, de El Ángel al Zócalo, y al terminar daría un mensaje.
Ya se han manifestado varios gobernadores morenistas. El SME quiere ir en primer lugar. Legisladores de los partidos aliados están listos para marchar. Corren las apuestas para ver quién trae más “pueblo bueno”.
Entre la burocracia circulan invitaciones con la instrucción de presentarse a una hora y lugar determinado.
¿A qué? ¿Para qué? ¿Objetivo? Revancha. Venganza.
“Ya nos picaron la cresta…”. Amor al mesías. Quedar bien con el líder. Cumplir una consigna. No perder el trabajo. Venir a pasear a CDMX…
No importa el número, no importa el discurso, no importa el objetivo. La del 27 es la marcha de la polarización, de la división.
No la convoca un estadista, sino un revanchista. ¡Qué pena!
Cecilia Romero Castillo
Colaboradora
@CECILIAROMEROC
MAAZ