Hoy conmemoramos 100 años de la muerte de Ricardo Flores Magón, pensador, periodista y político cuyo legado pasa desapercibido. Su vida y obra es intensa, puntual; su labor revolucionaria fue tanto en la práctica, como a través de escritos. Su pensamiento anarquista quedó reflejado, entre otros, en el periódico Regeneración y El hijo del Ahuizote; su ideario colmó al Zapatismo de propuestas y sentido.
Hace bien el gobierno en conmemorarlo, pero haría mejor, en cumplir mínimamente algunos de sus postulados en vez de domesticar su figura y situarlo a nivel de un patriota, pues infiero que, si don Ricardo viviera, no hubiera marchado en “defensa del INE” ni apoyaría el Tren Maya, sería un crítico mordaz del presidente y estaría, con toda seguridad, junto a las comunidades marginadas y en rebeldía; en la lucha urbana; en contra de la sobrexplotación, el extractivismo y la devastación de nuestros bosques y selvas; o quizá, ya habría sido asesinado por algún cártel o un cacique por defender la tierra y a los “irrelevantes”.
Ricardo Flores Magón era originario de Oaxaca y murió en una prisión en Kansas, el 21 de noviembre de 1922; y aunque parece un personaje lejano en el tiempo, fue un anarquista indomable cuya biografía explica perfectamente la historia de las ideas revolucionarias de México aún hoy.
Para Ricardo Flores Magón y los demás dirigentes fundadores del Partido Liberal Mexicano, el objetivo era ejercer un cambio radical en México y poner el beneficio específico de las clases trabajadoras como aspiración. Exiliado en los Estados Unidos desde 1915, su periplo carcelario no terminó. Entraba y salía de prisión continuamente. El 16 de marzo de 1918 publicó en Regeneración junto con Librado Rivera, un manifiesto dirigido a los anarquistas del mundo, lo que motivó una condena de 21 años, al prosperar la acusación de sabotaje al esfuerzo bélico de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial.
La obra compilada y titulada “Epistolario revolucionario e íntimo”, reúne una selección de ochenta y ocho cartas escritas desde la cárcel en el país vecino entre 1918 y 1922. Estas cartas incluyen escritos fundamentalmente políticos y otros que nos dejan ver la parte más personal de Ricardo Flores Magón en sus últimos años de vida.
Actualmente, lo que queda del mural Vida y Sueños de la Cañada Perla, más conocido como el Mural de Taniperla, obra de indígenas tzeltales en 1998 para conmemorar la inauguración del autodenominado Municipio Autónomo Zapatista, "Ricardo Flores Magón", que cubría la fachada de la Casa Municipal, es testigo silencioso de nuestra cruel desigualdad. El 11 de abril de 1998, un día después de haber sido inaugurado este municipio rebelde, el lugar fue tomado y el mural destruido, por ese mismo cuerpo militar que hoy cuida nuestras calles.
Por: Diego Latorre López
@Diegolgpn
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