COLUMNA INVITADA

Hackeo y catastrofismo

Nadie niega que se trata de un asunto grave, pero una cosa es reconocerlo como tal y otra muy distinta tirarse al piso y caer en catastrofismos, como si el país fuera a derrumbarse a causa del hackeo

OPINIÓN

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Benjamín Robles Montoya / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El hackeo cometido por el grupo denominado Guacamaya en contra de la Sedena es ciertamente un asunto delicado por las implicaciones que conlleva la infiltración a los sistemas informáticos de la institución militar. No hay duda de que el hecho obliga a una valoración sobre las vulnerabilidades de los sistemas informáticos, no sólo de las instituciones de seguridad sino de todo el sector público y adoptar acciones inmediatas para que un hecho así no vuelva a repetirse.

Nadie niega que se trata de un asunto grave, pero una cosa es reconocerlo como tal y otra muy distinta tirarse al piso y caer en catastrofismos, como si el país fuera a derrumbarse a causa del hackeo. Resulta lamentable la manera en la que se ha pretendido lucrar políticamente con este caso. Que quede claro, no se trata de minimizarlo como si no tuviera relevancia, sino de dimensionarlo con objetividad, lejos de los ataques políticos y los augurios apocalípticos que pretenden los malquerientes de AMLO y la 4T. Y es que, al menos hasta ahora, ninguna información sustraída y que se ha dado a conocer ha sido verdaderamente grave ni pone en riesgo la viabilidad del Estado mexicano.  

Desde la oposición se ha criticado la reacción de AMLO afirmando que pretende minimizar un hecho grave; no es así, pero pareciera que quieren que AMLO salga ante las cámaras con semblante de terror a dar un discurso alarmante sobre el hackeo, vaticinando el apocalipsis del Estado mexicano.

No es así por una sencilla razón que el propio AMLO expresó con toda claridad: en la información sustraída no hay nada que no se sepa o que no se deba saber; así de simple.

Entre la información que más ha llamado la atención de la opinión pública destaca la relativa a la salud de AMLO, un tema sobre el que algunas voces opositoras han especulado desde el inicio de este sexenio, intentando hacer creer que su salud es frágil y para infundir el ideario de que supone un riesgo para su desempeño y hasta su permanencia en la Presidencia de la República. En el fondo, no es más que uno más de sus múltiples intentos de mermar la imagen de AMLO, quien, por el contrario, ha mostrado en todo momento que tiene la fortaleza y vitalidad necesarias para conducir el país, hacer realidad la transformación de México y encima darse el tiempo para jugar beisbol.

AMLO no es el primer presidente que tiene que ser hospitalizado durante su mandato; en 2003 Vicente Fox fue operado y estuvo convaleciente durante casi un mes; Peña Nieto fue operado en dos ocasiones.  Cierto es que en los documentos hackeados se da cuenta de una hospitalización de emergencia, a principios de enero pasado, pero es más que evidente que eso no impidió que continuará con sus labores una vez recuperado. ¿Por qué se mantuvo en secreto? Pues es obvio: para que los opositores y los malquerientes no lucraran políticamente con el tema, como lo hacen hoy.

Como eso no es un asunto grave ni su salud representa un riesgo para la gobernabilidad, el propio AMLO reconoció sus padecimientos e incluso se dio el lujo de ironizar sobre ellos, lo que deja contundentemente claro que en nada le impiden el ejercicio de su encargo. 

Así que, lamento decepcionar a los agoreros de catastrofismo, pero el Presidente está firme y concluirá su mandato con éxito.

POR BENJAMÍN ROBLES MONTOYA

COLABORADOR

@BENJAMINROBLESM

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